BEATO PONCIANO NIETO ASENSIO
23 de septiembre
1936 d.C.
El P. Ponciano Nieto
tuvo un hermano sacerdote secular en la diócesis de Valladolid. Él
también estudió latín y humanidades en Medina de Rioseco
(Valladolid). Ingresó en la Congregación a los 15 años.
Sus destinos fueron: Alcorisa (Teruel), Limpias (Cantabria), Matanzas (Cuba),
La Laguna en Canarias y Méjico, allí escribió la historia
de la Congregación de la Misión en Méjico. En 1920,
vuelve a España a la casa de Capellanes de la calle Lope de Vega,
38. El principal apostolado del P. Ponciano Nieto es el de la pluma. Fue
director de la revista “La Inmaculada de la Medalla Milagrosa”, de “Anales
de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad”
y de “La caridad en el mundo”. En 1934 tuvo el consuelo de ver salir a la
luz, la obra capaz por sí misma de inmortalizar su nombre: “La historia
de las Hijas de la Caridad”. Su cultura poco común, además
del castellano y latín le permitía hablar el francés
y traducir el griego, el hebreo, el inglés, el italiano y el alemán.
Sus escritos rezuman espiritualidad y amor a la verdad.
MARTIRIO: En febrero de 1921, en un artículo largo de
la revista La Inmaculada de la Medalla Milagrosa, aborda el tema del martirio
como respuesta del hombre a los planes amorosos de Dios: Después de
recorrer y contemplar las perfecciones de Dios: su soberanía, su misericordia
y su amor, exclama con San Agustín: Señor, siervos tuyos y
obra hecha por tus manos somos, danos hacer lo que mandas y mándanos
lo que quieras. Como el Apóstol S. Pablo en Damasco debemos decir:
Señor, ¿qué quieres que haga? Explica luego que cuando
el alma se siente poseída de estos sentimientos, en vista de la grandeza,
la hermosura y bondad de Dios, toda sumisión le parece poca. ¿Dios
lo quiere? pues adelante, y se dejaría hacer añicos antes de
ir contra una sola tilde de la ley divina. Hace luego el P. Nieto un recorrido
por la obediencia más arriesgada y difícil de los patriarcas,
de los profetas y de los santos actuales para concluir que “cuando el conocimiento
de Dios era más claro, esa multitud de fieles de todas las condiciones
y de todos los siglos, antes de faltar a un solo mandamiento del Señor,
han escogido vivir en la oscuridad, en la miseria, ser objeto de las más
negras calumnias y hasta derramar la sangre entre los más atroces
y exquisitos tormentos”. Con estas disposiciones 14 años más
tarde acepta el martirio junto al P. Maurilio Tobar, el 23 de septiembre
de 1936.