BEATO PABLO MANNA
1952 d.C.
15 de septiembre
Nació en Avellino (Italia). Después de pasar por los
Salvatorianos, descubrió su vocación de misionero leyendo
un número del boletín “Les Missions Catholiques”. En 1984
fue ordenado sacerdote del Pontificio Instituto para las Misiones
Extranjeras de Milán. En 1895 fue destinado a la misión
de Birmania, concretamente al distrito de Mombio, en la tribu de los
Ghekhú donde estuvo hasta 1902, porque su falta de salud le
obligó volver a Italia. Volvió de nuevo a Mombló,
Birmania, pero su salud le hizo regresar a su patria tres años
más tarde. Otro período de ocio forzoso, siempre en
perfecta y humilde adhesión y obediencia a la voluntad de Dios.
En 1906 regresa a su amada misión. Tiene la experiencia de los
misioneros protestantes y empieza a madurar en su vida solucionar la
división de los cristianos. En 1909, tuvo que regresar
definitivamente a Italia, ya no podrá estar en primera
línea.
Su gran objetivo fue ayudar desde Europa a las misiones.
En 1916
fundó la Unión Misional del Clero, que ha llegado a ser
una de las Obras Pontificias, gracias también a la ayuda del
beato Guido María Conforti. En 1924 fue elegido superior general
de su Instituto, y al fusionarse los institutos misioneros de
Milán y Roma fue elegido superior general del PIME en 1926. Al
año siguiente visitaba las misiones de su Instituto en
África y Asia. Sus escritos en libros y revistas coadyuvaron
muchísimo a la expansión del espíritu misionero.
Su otra preocupación fue “la unión de los
cristianos
convertirá al mundo”, y en 1934 dio comienzo un vasto movimiento
ecuménico que, favorecido por el Vaticano II, está hoy en
pleno desarrollo y presenta una riqueza e promesas y esperanzas. En el
II Congreso Internacional de la Unión Misional de 1936, hizo que
se insertara en los estatutos como segundo fin de la obra, el de
trabajar por la reunificación de los “hermanos separados”. En su
libro “I Fratelli separati e noi” puso sólidas argumentaciones
para que se pusiera en marcha la unión de la iglesias cristianas
y se creó un organismo especial para esto, que vio su luz en
1967 con el Secretariado para la Unión de los Cristianos.
Murió en Nápoles.
La creación de un Secretariado para fomentar la
Unión
entre cristianos y no cristianos fue la coronación de las
esperanzas expresadas por el Padre Manna en 1941. Pero su mayor
mérito sigue siendo la Fundación de la Unión
Misional del Clero, hoy Pontificia Unión Misional, con la ayuda
del hoy Beato Mons. Guido María Conforti, Obispo de Parma y
fundador del Instituto Misionero Javeriano.
La Obra del Padre Paolo Manna, la Pontificia Unión
Misional, fue
aprobada por el Papa Benedicto XV el 31 de octubre de 1916, y del Padre
Paolo dijo SS el Papa Pablo VI: «su nombre debería figurar
con letras de oro en los anales de la misión.» Fue
beatificado por SS Juan Pablo II en 2001.