NUESTRA SENORA DE CHIQUINQUIRÁ
9 de julio



   Cuenta la tradición que en 1560, entre los primeros conquistadores de la hoy Colombia, el español Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de la Virgen del Rosario. Por este motivo fabricó en el pueblo de Suta su dormitorio y pequeña capilla, como obligaba las leyes de la encomienda. Un fraile dominico, colaborador en las misiones, fray Andrés Jadraque vio la necesidad de dotar la capilla con un lienzo o cuadro de la Virgen del Rosario, advocación difundida por la Orden Dominicana a la cual pertenecía el religioso. De esta forma le pidieron al pintor español Alonso De Narváez que vivía en la ciudad de Tunja, cercana a la región para pedirle que pintara a la Virgen del Rosario.

   La pintura fue realizada sobre una tela de algodón de procedencia indígena, media 44 pulgadas de alto por 49 de ancho, se usó colores al temple, con pigmentos naturales tomados de la composición mineral de la tierra y del zumo de hierbas y flores de la región, realizó una imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús, y para que no quedasen en blanco los campos que quedaban a ambos lados de la Madre de Dios, todos acordaron poner al lado de la Virgen a sus santos de devoción, san Antonio de Padua y san Andrés por ser el primero patrono del encomendero que solicitaba la imagen y el segundo, del fraile que la había mandado a hacer. Luego que recibió la imagen, acomodó el lienzo en un bastidor de madera y lo expuso en el altar de la capilla.

   Para el año de 1562 la pintura ya estaba en la capilla. Pasaron algunos años y el desaseo y la humedad  de la capilla que tenía el techo de paja, deterioraron el lienzo, que apareció roto por varias partes y la pintura estaba casi borrada. En 1578 el cuadro está tan borroso y deteriorado que el párroco, P. Leguizamón, lo hace quitar del altar y lo envía a una finca que el Sr. Santana tiene en Chiquinquirá, finca llamada "Aposentos" palabra que significa "casa grande para dar alojamiento a indios y campesinos)y se coloca en una habitación que tiempo atrás había sido utilizada como oratorio. Se dice que incluso el lienzo sirvió para secar granos al sol.

   La crónica histórica (elaborada al año siguiente de los acontecimientos) señalan que en el año 1586, vino a aquel lugar una piadosa mujer llamada María Ramos, nacida en Sevilla (España) y cuñada Santana, y se va a trabajar como doméstica a la casa de ellos en Chiquinquirá. Allí en el ranchejo que hace de Capilla encuentra María Ramos el cuadro que es agujero y mugre.

   La piadosa mujer lo observa y al ser informada de que en un tiempo fué una imagen de María, se dedica a quitarle el polvo y la mugre y lo cuelga en una especie de marco. María Ramos pasaba largos ratos de rodillas allí ante el borroso cuadro pidiendo a la Virgen que la consolase porque extrañaba su casa y su patria, y le rogaba que por favor se dignase hacerse un poco más visible porque allí en aquella tela casi no se notaba nada. Pasan los meses, y María Ramos suplicaba: "Rosa del cielo ¿cuándo te pondremos contemplar bien?".

   La Renovación: Dice la crónica de aquel tiempo: así las cosas el día 26 de diciembre de 1586, a eso de las 9 de la mañana pasaba una india cristiana llamada Isabel que llevaba en la mano a su hijo de 4 años llamado Miguel y al pasar por frente a la Capilla le dijo: "Madre mía, mire a la Madre de Dios que está en el suelo" volvió la india hacia el altar y vió como la imagen de la Madre de Dios estaba en el suelo despidiendo de si un resplandor celestial que inundaba toda la Capilla. Quedó asombrada la india y muy despavorida le dijo en altas voces a María Ramos: "mire señora que la Madre de Dios se ha bajado del sitio donde estaba y parece que se está quemando".

   Volvió María Ramos el rostro y vió que la imagen de la Virgen estaba de la manera que decía la india y admirada de ver tan estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando goces y derramando lágrimas fué corriendo hasta el sitio donde estaba la imagen y arrodilándose se quedó mirándola y rezándole con gran fe y devoción.

   A los clamores de María Ramos y de la india, acudió Juana de Santana, (la viuda del enconmendero) y juntas, las tres piadosas mujeres, postradas de rodillas estuvieron largo rato contemplando gozosas aquellos resplandores de Gloria que llenaban de luz la Capilla y de alegría los corazones.

   Y sigue diciendo la crónica de aquel tiempo: "Estaba la milagrosa imagen en el suelo recostada e inclinada hacia el altar en el mismo sitio en el que acostumbraba hacer oración María Ramos. La pintura se había vuelto tan renovada y de celestiales colores y que era una gloria el verla. Cesaron los resplandores que despedía la milagrosa imagen de la madre de Dios y después de un rato, con respeto y devoción levantaron de aquel sitio el milagroso cuadro y lo colocaron en el puesto que había ocupado antes, sobre el altar.

   "Apenas estuvo colocado el cuadro en su sitio, llegaron otro tanto de mujeres del servicio y viendo la bendita imagen en aquella hermosura nunca vista y con el rostro tan encendido, renovada de colores toda la imagen, se quedaron asombradas y postrándose de rodillas todos los presentes hicieron adoración y todo aquel día estuvo llena de gente la humilde Capilla, pues muchos venían a dar gracias a Dios y a contemplar la maravillosa imagen y la celestial hermosura que se ve al presente.

   La fama de tan impresionante suceso corrió rápidamente por todo el vecindario. Indios y españoles comenzaron a acudir de todos los alrededores, y en un par de meses todo el territorio del virreinato Nueva Granada, estaba informado el acontecismo, y los milagros empezaron a duplicarse.

   A los 15 días llegó el párroco de Suta a comprobar el hecho. Se quedó admirado de la renovación milagrosa. Habiendo reverenciado a la Virgen con mucha devoción, llamó a los testigos que habían presenciado la Renovación y ante un escribano les hizo hacer declaraciones juramentadas de lo que habían visto, con todos sus detalles. Todos declararon bajo la gravedad del juramento lo que acabamos de narrar, y el 10 de enero de 1587 en sobre cerrado y sellado fueron enviadas estas declaraciones al Arzobispo de Santa Fe de Bogotá.

   El Sr. Arzobispo ante la noticia de que de todas partes se dirigen peregrinos a rezar ante el famoso cuadro, envía a unos investigadores especiales a indagar todos los detalles y después de mil averiguaciones, los especialistas concluyeron que lo acontecido era algo excepcional, algo divino. Entonces el Sr. Arzobispo en persona se fue a visitar el cuadro y no le quedó más que repetir las palabras que dijo Jacob en la Biblia: "Verdaderamente Dios está en este sitio, y yo no lo sabía" (Gn. 28, 16).

   Las gentes acudían de todas la regiones y la Madre bendita comenzó a obrar curaciones y conversiones en favor de devotos.Desde entonces empezó la devoción a la advocación conocida como "Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá". Desde 1897 un grueso cristal protege la pintura de las inclemencias del tiempo y del roce con los devotos peregrinos.

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(Parroquia San Martín de Porres)