MILAGRO EUCARÍSTICO DE OFFIDA
1273

 

   En 1273, en Lanciano, una mujer llamada Ricciarella, con el fin de recuperar el afecto del marido, Giacomo Stasio, cometió un grave sacrilegio. Siguiendo el consejo de una hechicera, aprovechando el momento de la comunión robó una Hostia consagrada, la llevó a su casa y la puso al fuego, sobre una teja con la intención de pulverizarla para ponerla en el plato del marido. En ese momento, la Partícula se convirtió en carne que derramaba sangre. Ricciarella, aterrorizada por lo que estaba sucediendo, envolvió la teja con la Hostia bañada en sangre en un lino. Luego, la enterró bajo el estiércol del establo del marido. Cosas extrañas sucedieron en el interior del establo: cada vez que la mula de Giacomo entraba, se postraba de rodillas mirando hacia el lugar donde estaba enterrada la Hostia milagrosa. Giacomo comenzó a pensar que la esposa había realizado un maleficio a la bestia.

   Durante 7 años, Ricciarella no había dejado de sufrir grandes remordimientos. Entonces, decidió confesar su horrible sacrilegio al prior del convento agustiniano de Lanciano, Giacomo Diotallevi, nativo de Offida. Las antiguas crónicas cuentan que la mujer comenzó a gritar en lágrimas al sacerdote: ¡He matado a Dios! ¡He matado a Dios! El sacerdote se dirigió a lugares y encontró intacta la envoltura junto con la Reliquia. Estas fueron luego donadas a sus conciudadanos. Con el fin de conservar la Sagrada Hostia, los habitantes de Offida mandaron a hacer un relicario en forma de Cruz.

   Una antigua crónica nos narra que fray Miguel y un hermano fueron enviados a un orfebre de Venecia con este encargo. Rogaron al orfebre que bajo juramento de fidelidad, prometiera que "no revelaría a ninguno lo que él estaba por ver y colocar dentro de la cruz. Luego, el orfebre quiso tomar la píside con la Hostia milagrosa, pero de improviso le vino la fiebre. Entonces, exclamó: "¿Qué cosa me has traído, oh fraile mío?". El religioso le preguntó si se encontraba en pecado mortal. Habiendo respondido que sí, el orfebre se confesó y en el instante desapareció la fiebre. Así, sin ningún peligro, extrajo la Hostia de la píside y la depositó en el sagrado Madero de las misma cruz, sellando con un cristal, como claramente se puede observar". Los relicarios de la teja y el lino teñido de sangre, junto con la cruz que contiene la Hostia milagrosa, están expuestos en la iglesia de San Agustín en Offida. La casa de Ricciarella en Lanciano fue transformada en una pequeña capilla. En 1973 fue celebrado el VII centenario del Milagro, y cada 3 de mayo los ciudadanos de Offida festejan el aniversario del Prodigio.

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(Parroquia San Martín de Porres)