BEATO MATEO CASALS MAS
1936 d.C.
5 de septiembre
Nació el 10 de
septiembre de 1883 en Bagá (Barcelona)
Profesó el 15 de agosto de 1903
Sacerdote el 13 de junio de 1911
Martirizado el 5 de septiembre de 1936 en San Quirico de Tarrasa
Nació el 10 de septiembre de 1883 en Bagá (Barcelona)
diócesis de Solsona y al día siguiente fue bautizado
solemnemente por el Vicario en la iglesia parroquial
imponiéndosele los nombres de Mateo Lorenzo José.
Recibió la confirmación.
Sus padres fueron D. Mateo Casals y Dª. Mª Dolores Mas, que
tuvieron nueve hijos, ocupando Mateo el puesto antepenúltimo.
Esta le había infundido la devoción a la pasión de
Jesús, que conservó durante toda la vida. Le gustaban las
funciones de Semana Santa. También le suscitó la
vocación al sacerdocio, pero esta se enfrió por las
compañías y las ansias de libertad y de parecer un hombre
yendo a trabajar al campo y al bosque. Entonces no hacía caso a
los consejos de su madre, que murió en 1897.
Después fue a trabajar a un telar. Aquí tuvo lugar su
transformación.
En septiembre de 1898. orientado por el R. Domingo Rafort, coadjutor de
la parroquia, y después de obtener el permiso de su padre,
ingresó en el Seminario diocesano de Solsona. Los gastos
corrieron por cuenta de su tía María Mas, ya que su
familia de condición humilde no podía hacerse cargo de
los estudios. Por ello escribió: Comencé los estudios con
suma pobreza, pues era poco lo que podían ayudar los de casa.
Cursó las Humanidades con aplicación y aceptación
de los superiores, pero no le acababa de convencer el régimen
del seminario, cuatro meses de vacaciones en verano, ni la vida de los
párrocos en sitios aislados, donde él veía
peligros para su vocación. Así fue madurando su
vocación religiosa comunitaria, la Congregación de los
Misioneros Claretianos. Se lo expuso a Don Domingo, quien le
ayudó.
El día 14 de julio de 1902, después de haber superado la
oposición de su familia y de amigos y recogido algunas limosnas
de almas buenas para el ajuar y viaje, se hizo nueve horas a pie hasta
Ripoll. Allí tomó el tren, que no había visto
nunca, y a media tarde se encontraba en la casa matriz de
Vich. Pero mi entrada definitiva no la considero hasta el 16, fecha en
que estaba fijado mi ingreso.
Un mes después, el día 14 de agosto, tomó el
hábito e inició el noviciado bajo la dirección del
P. Mariano Fernández. En los ejercicios espirituales de enero de
1903 hizo propósitos de vida austera, sobre todo en lo que se
refiere a la alimentación. Poco más tarde se
ofreció totalmente a la Virgen María para que cuidara de
él. En el mes de junio insistía en su propósito de
adelantar en la virtud y sencillez. Sus cualidades intelectuales y
morales eran extraordinarias, pero su salud regular. Soñaba en
alto y se levantaba durmiendo. Fue llevado a un especialista de
Barcelona, que le examinó pero no encontró nada que
indujera a los Superiores a mandarlo fuera. Él lo
consideró un día memorable. Profesó el 15 de
agosto de 1903 en Vich. Ese mismo día recibió la tonsura
de manos del Exc.mo José Torras y Bages, Obispo de Vich.
Ese mismo verano pasó a Cervera para cursar la filosofía.
En el tercer curso, 1905-1906 tuvo como prefecto al Beato Felipe de
Jesús Munárriz. En el curso 1906-1907, primero de
Teología, tuvo como prefecto al P. Ezequiel Vilarroya.
Durante los estudios de teología no le abandonaron los insomnios
y los dolores de cabeza. Quizá esto pudo influir en su
rendimiento académico, que no fue alto, contrastando con sus
cualidades morales y observancia religiosa. Una vez concluidos los
estudios de filosofía, el 15 de julio de 1906 recibió las
órdenes menores de manos del Exc.mo Armengol Coll, Vicario
apostólico de Fernando Póo. Continuó los
estudios de teología dogmática en Cervera y los de
teología moral en Alagón (1909) donde el prefecto era el
P. Ramón Ribera. En Vich recibió el subdiaconado el 21 de
mayo de 1910 y el diaconado el 24 de septiembre de ese mismo año
de manos del Exc.mo José Torras, Obispo diocesano. Al año
siguiente, al terminar los estudios de moral, el día 13 de junio
de 1911 en Zaragoza recibió el presbiterado de manos del Exc.mo
Juan Soldevilla y Romero, Arzobispo de Zaragoza.
A continuación fue destinado a Aranda de Duero para hacer el
curso de preparación al ministerio. Allí llegó el
28 de septiembre de ese año. Él juzgaba providencial este
destino. En 1913 fue destinado a Alagón, donde estuvo poco
tiempo, pues en los cambios de gobierno de ese año fue a Solsona
como Ministro el 18 de agosto. Poco después fue elegido
también sacristán. Al trienio siguiente dejó el
cargo de sacristán y fue nombrado profesor de mística. En
1919 fue nombrado Consultor 1° de la misma casa. En todo este
tiempo con gran celo por la salvación de las almas
desarrolló una ingente actividad apostólica con
novenarios, septenarios, triduos, misiones, cuaresmas, ejercicios
espirituales, sermones, pláticas etc. En los más diversos
lugares tanto cercanos como lejanos, comunidades religiosas y a los
más diferentes públicos.
En diciembre de 1922 fue nombrado superior de la casa de Sabadell, a
donde llegó el 4 de enero de 1923. Aquí continuó
con la misma intensidad apostólica. En 1930 fue destinado a
Cervera como superior, pero al año siguiente fue nombrado
superior de la comunidad de Solsona. El 24 de julio de 1934 fue a
Sabadell a tomar posesión del cargo de superior. Aquí le
tocó soportar los acontecimientos de octubre de 1934, que
rememora (1 de septiembre de 1935) con estas palabras durante unos
Ejercicios Espirituales:
«recuerda los peligros que corriste la noche del 6 de octubre, lo
cerca que viste la muerte y cómo Dios te libró por una
casi visible providencia de tan críticas circunstancias a ti y a
los tuyos. En consecuencia da gracias continuas a Dios…».
Sucesos y peligros que no podía olvidar. A pesar de todo
siguió con su infatigable actividad apostólica tal como
consta en el libro de la casa y con multitud de ocupaciones[1].
Virtudes
Era hombre muy humilde, sencillo, bondadoso, caritativo. Muy trabajador
y diligente en el desempeño de sus obligaciones.
Desde pequeño mostró grandes deseos de santidad. Ya en el
noviciado se consagró enteramente a la Virgen. Hombre de fe viva.
Muy fervoroso y piadoso. En el reconocimiento de su cadáver el
dictamen lo atesta «con las rodillas callosas propias de uno que
en vida se había arrodillado mucho».
Religioso muy observante, ejemplar y edificante.
Tenía gran celo por la salvación de las almas. Gran
predicador y asiduo al confesionario.
Era tenido por santo.
Martirio y su aceptación
Interiorizando los acontecimientos de 1934 escribía en los
Ejercicios Espirituales de 1935 y 1936 que no tenía miedo a
morir.
En otras ocasiones manifestó su disposición a dar la
sangre por Cristo, rechazando la posibilidad de evadirse o pasar
inadvertido. En general, todos los miembros de su Comunidad
tenían las mismas disposiciones. No sólo esto, sino que
estaba persuadido de que moriría mártir en breve tiempo,
pues al ofrecérsele domicilio para cuando saliera de la
cárcel, contestó que antes le matarían.
El día 19 de julio por la tarde se refugió en casa de
amigos asignadas con antelaciòn. El P. Casals fue a la de D.
José Vilaseca en la calle San Juan.
El día 20 de julio de 1936 por la mañana volvieron a la
casa para celebrar misa y comulgar, excepto el P. Casals que
celebró en la capilla de las Hermanitas de los Pobres, por lo
cual llegó más tarde. El Sr. Roca les llevaba los
panecillos y el P. Casals le preguntó por la situación.
Contestación:
Padres, no intenten permanecer aquí ya que he visto
manifestaciones hostiles y yo les aconsejo que se refugien en casas de
personas conocidas.
Entonces el P. Casals mandó que cada uno volviese al refugio de
la noche anterior. Él se dirigió de nuevo a la calle San
Juan. Allí estuvo hasta el día 4 de agosto en que fueron
a buscarlo y lo llevaron a la cárcel. Al parecer los patrulleros
se guiaron por la lista de distribución de domicilios que
cayó en su poder, o que sonsacaron dichas direcciones a los
primeros detenidos, quizá lo más probable, porque el H.
Solé no estaría en la lista y lo buscaron por su nombre y
apellido.
En la cárcel se encontró con otros miembros de la
Comunidad. Allí llevaron vida de comunidad, dentro de lo
posible, con ejercicios de piedad como el rezo del Santo Rosario. Se
dice que el P. Canals les dirigió Ejercicios Espirituales
allí dentro.
Todos ellos eran socorridos por los familiares de otros presos.
Alguno de ellos llegó a ofrecerles su domicilio para cuando
salieran de la cárcel, como se ha indicado antes, pero el P.
Casals presentía que iba a morir pronto.
El día 4 de septiembre de 1936 a las 11,45 de la noche se
presentaron en la cárcel bastantes patrulleros con
órdenes de la autoridad y del Comité local y sacaron a
todos los presos divididos en grupos de a cuatro, los tres primeros, y
de tres el último porque sólo había 15 presos. Los
metieron en autos preparados y los llevaron al suplicio. Los presos al
pasar por la calle daban gritos ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el
Sagrado Corazón de Jesús!
Según reza la partida de defunción al P. Canals lo
fusilaron en el kilómetro 17 de la carretera de Rubí
sobre las cinco de la madrugada del cinco de septiembre de 1936, en el
término municipal de San Quirico de Tarrasa. Falleció de
shock traumático consecuencia de las balas. Fue sepultado en el
cementerio de San Quirico de Tarrasa.