BEATA MARTINA VAZQUEZ
GORDO
1936 d.C.
4 de octubre
Nació en Cuellar (Segovia) en el seno de una familia de
pasteleros y dueños de fincas dedicadas a la agricultura.
Conoció a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
en Valladolid por un accidente sufrido por su padre. En contacto con el
dolor, y viendo la labor desarrollada por las Hermanas, surgió
en ella la vocación. Es entonces cuando decidió romper su
proyecto matrimonial y ser fiel a la llamada de Dios, si su padre se
curaba. En la curación de su padre vio Martina la señal
de que Dios la quería para Él. A pesar la
oposición del padre para que siguiera su vocación, porque
necesitaba de ella para mantener a flote el negocio familia,
siguió la llamada e ingresó en las Hijas de la Caridad en
1896.
Concluido el tiempo de Seminario, después de sufrir
muchas tentaciones de abandono, recibió su primer destino al
Hospicio de Zamora, donde le encargaron los oficios del lavadero y la
cocina, trabajo que realizó durante 12 años.
Después pasó como Superiora al recién fundado
Colegio de la Milagrosa, en la misma ciudad. Era el año 1908 y
allí realizó una gran labor. En 1914 la enviaron de
Superiora al Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón), donde
había muchas necesidades materiales y también muchas
deudas. Ante la situación de hambre que por entonces asolaba a
muchos pueblos, funda un Comedor de Caridad, la “Gota de Leche” para
niños mal nutridos y un pequeño consultorio para madres
lactantes. Más tarde, en relación con el Alcalde, crea la
Junta Segorbina de Caridad, que fue el sostén del Asilo y
Hospital de ancianos.
Entre los años 1918 al 1923 ocupó el cargo
de asistenta en el Consejo Provincial, razón por la que estuvo
destinada en la Casa Central de Jesús, 3, en Madrid. En el
año 1923 se produce el descalabro de las tropas españolas
en el desastre de Annual. Ella fue la responsable de los hospitales
militares en este tiempo, desde su puesto de superiora en el de
“Doker”, de Melilla (1923-1926). Allí realizó una labor
impagable con los heridos y enfermos.
En 1926 regresa de nuevo al Hospital y Escuelas de
Segorbe, con ilusión y renovadas energías,
continuará su atención a todos. Sor Martina era mujer de
fe firme, carácter abierto, valiente, creativa y con gran
sentido del humor. Sabía superar las dificultades con optimismo
y esperanza, sin arredrarse ante los problemas. Con humildad
sabía pedir perdón cuando pensaba que había
ofendido a alguien. En 1933 le relevaron del cargo de superiora y
siguió en Segorbe, entregada al servicio de los más
necesitados.
Al llegar el 25 de julio del 1936, Sor Martina, temerosa
de una profanación anunciada, llama a las Hermanas a la capilla
para consumir todas las formas. Al día siguiente, 26 de julio,
los milicianos invadieron el Hospital y armados despacharon a las
Hermanas. Salieron flanqueadas por cuatro milicianos hasta llegar a una
casa deshabitada de una de las antiguas alumnas. Allí las
metieron, las cerraron y se llevaron la llave. Los milicianos pasaban
de vez en cuando para ver si se había escapado alguna. Sor
Martina presentía lo que iba a pasar y les decía: “Yo
moriré mártir”. A la vez animaba a sus compañeras
y les decía: «Tenemos que ser fuertes, el Señor no
nos va a fallar. Recemos y pidamos fortaleza al Señor».
Así estuvieron viviendo desde el 26 de julio hasta
el 3 de octubre. El día anterior a su martirio, 3 de octubre de
1936, se confesaron por escrito con un sacerdote que vivía en
clandestinidad. El día 4 de octubre de 1936 vinieron a por ella.
Estaba recostada porque no se encontraba bien. Las hermanas se lo
dijeron a los milicianos, pero ellos contestaron que se la llevaban. Se
puso el hábito, emocionada abrazó a cada hermana y les
dijo: “Hasta el cielo”. Algunas quisieron acompañarla, pero no
se lo permitieron. La metieron en el camión de los famosos
“paseos” y se dirigieron por la carretera de Algar de Palancia
(Valencia). La hicieron bajar del camión y ella, sin oponer
resistencia alguna, les pidió que, por favor, esperaran un
momento. La pidieron que se volviese de espalda. Pero ella se opuso
diciendo: “Morir de espaldas es de cobardes. Yo la quiero recibir de
frente como Cristo y perdonar como Él perdonó”. Se puso
de rodillas, oró con fervor y reconfortada les dijo: “Si os he
ofendido en alguna cosa os pido perdón y si me matáis yo
os perdono… ¡Cuando queráis podéis disparar!”. Viva
aún, pudo exclamar “Ay Dios mío, ten misericordia de
mí”, y seguidamente cayó en la cuneta donde quedó
empapada en su sangre. Estos milicianos que la dispararon habían
sido alimentados por ella en el Comedor de Caridad que ella
había fundado.
Su cadáver fue llevado a la mañana siguiente al
cementerio del Algar. En junio de 1959 se trasladaron sus restos de
Segorbe a Cuellar (Segovia), a petición de la familia, pues su
deseo era reposar al lado de la Virgen de Henar. Fue beatificada el 13
de octubre de 2013 por SS Francisco.