BEATA MARÍA
GUADALUPE RICART OLMOS
1936 d.C.
2 de octubre
Nació a Albal (Valencia) en el seno de una familia de modestos
campesinos. En el bautismo recibió el nombre de
María Francisca. A los cuatro años quedó
huérfana del padre. El 11 de junio 1896 María
Francisca fue acogida como postulante en el monasterio de las monjas
Siervas de María al Pie de la Cruz de Valencia. A una
persona desconocida que, a la entrada, expresó la duda que la
joven quinceañera hubiera sido atraída en aquel lugar con
engaño, contestó decididamente: "Sé muy bien lo
que estoy haciendo, porque me llama a Jesús ". María
Francisca, llegó a ser sor María Guadalupe, emitió
los votos perpetuos el 19 de junio de 1900.
En el monasterio ella ejerció sucesivamente varios
cargos: fue lavandera, maestra de las novicias, priora. En su
vida claustral no se notan hechos extraordinarios, pero una sencillez y
una fidelidad absoluta y la rapidez de transmitirles a las hermanas,
sobre todo a las más jóvenes, los valores propios de la
vida contemplativa: observancia perfecta, cuidado de la alabanza
divina, disponibilidad y caridad, espíritu de penitencia.
Apegada a la espiritualidad servitana, programó su vida sobre la
continua meditación de la Pasión de Cristo y los Dolores
de María.
En los primeros años de los trastornos
políticos que llevaron a la guerra civil española,
demostró de estar lista a ofrecer la misma vida por Cristo,
también con el martirio; animando a las novicias a tener siempre
mayor fervor, a menudo decía: "Ofrezcámonos como
víctimas ".
En el 1936 fue obligada por la irrupción de las
milicias llamadas "rojas" a dejar el monasterio junto con todas las
hermanas de monasterio. Encontró refugio, por algún
tiempo, en casa de sus parientes, luego en casa de la hermana Filomena,
dónde siguió ofreciendo la misma vida de oración y
trabajo por la conversión de los pecadores y por la
conservación de la fe católica en España.
El 2 de octubre de 1936, a medianoche, cuatro milicianos
armados irrumpieron en la vivienda de la hermana para una
perquisición en busca de armas; sólo encontraron un
escapulario de la Virgen del Carmen en la habitación de
María Guadalupe. Le preguntaron: "¿Es Usted monja?
"; ella contestó impertérrita: "Sí, lo soy, y si
naciera mil veces, mil veces me haría monja, en el monasterio
del Pie de la Cruz ". Enseguida los milicianos la agarraron, la
arrastraron sobre un camión y la condujeron en campo
abierto. Los que estuvieron presentes a la detención de
María Guadalupe testimonian que ella siguió serena los
verdugos, diciendo que se habría ofrecido como víctima
por la restauración de la religión cristiana en
España y por la vuelta en ella de los Siervos de María.
Durante el trayecto, María Guadalupe habló
tranquilamente con los verdugos, diciendo que los perdonaba, porque le
abrían las puertas del paraíso. Llegaron a las
vecindades de la Torre de Espióca, los milicianos la
masacraron, por la única razón que era religiosa y
soltera. De su cuerpo hicieron horrible estrago, como enseñan
algunas fotografías realizadas por el médico forense,
mandado para reconocer los cadáveres.
El cuerpo de María Guadalupe fue enterrado en una
fosa común del cementerio de Silla (Valencia). Hacia el final de
febrero del 1940, acabada la guerra civil, fue puesto en un nicho del
mismo cementerio y de allí, algunos días después,
fue transportado en el cementerio del monasterio. En el 1959,
cuando las monjas fueron trasladadas de Valencia a Mislata, los restos
mortales de María Guadalupe fueron sepultadas solemnemente junto
al altar mayor de la iglesia del nuevo monasterio. Es la primera
mártir de la Familia de los Siervos y Siervas de María.