BEATA MARÍA DE
LA ENCARNACIÓN AVRILLOT
18 de abril
1618 d.C.
Bárbara Avrillot, que en su juventud se la conoció como
"la bella Acaria" era hija de nobles, muy buenos cristianos que al no
tener descendencia prometieron consagrar al Señor al primer
fruto de su matrimonio.
Nació,
Bárbara, en París y la consagraron a Cristo y a
María internándola en el convento de las hermanas Menores
de la Humildad, en Longchamp. Cuando salió del convento a los 14
años, aunque ella hubiera querido ser religiosa, fue dada en
matrimonio a Pedro Acarie, vizconde de Villemor, señor de
Montbros y de Roncenay, funcionario del gobierno francés al que
le dio seis hijos.
Al salir del convento,
sus padres pusieron a su servicio a una joven, Andrea Levoiz, que era
una maravilla por su gran piedad, honradez y caridad para con todos.
Andrea y Bárbara, criada y señora, vivieron
íntimamente unidas en el camino de la santidad. Andrea ayuda en
la educación de los hijos a su señora y amiga (tres de
los cuales se hicieron religiosos). Todo parecía caminar sin
trabas hasta que el protestantismo empezó a extenderse por toda
Francia. El rey Enrique IV desterró al esposo de Bárbara
y ella le sigue a todas partes. Fue objeto de calumnias e ingratitudes
pero todo lo soportó con valentía de espíritu. A
todos perdonó. Su primo el cardenal Pedro de Bérulle y
san Francisco de Sales la ayudaron...
Pasada la tormenta se
extendió por toda Francia la noticia de las Carmelitas
reformadas de santa Teresa de Jesús y se leen las “Obras” de la santa castellana. Era
el 1601, Bárbara asidua lectora de novelas de
caballerías, sin perder sus cualidades de parisina, introdujo en
Francia la mística y las carmelitas españolas. En 1603,
por el decreto In supremo del papa Clemente VIII, llegaban de
España las primeras seis carmelitas descalzas al frente de las
cuales iba la venerable Ana de Jesús Lobera y la conversa beata
Ana de San Bartolomé.
A esta primera fundación de París
seguirían otras. En 1616, murió su marido y
Bárbara ingresó en el convento de carmelitas descalzas de
Amiens que ella misma había fundado, pero solicitó en su
ingreso ser solamente hermana de Obediencia. Se entregó de lleno
a la vida de oración, penitencia y servicio en los trabajos
más humildes. Recibió muchas gracias del cielo y
también tuvo que sufrir no pocas incomprensiones y enfermedades
que llevó con gran paz y hasta con alegría. Cuatro
años antes de su muerte, cambió su nombre por el de
María de la Encarnación. En 1616, por razones de salud,
fue enviada al carmelo de Pontoise, donde después de una larga
enfermedad murió. Se la conoce como "madre y fundadora del
Carmelo en Francia". Su cuerpo reposa en el convento de Pontoise. Fue beatificada por Pío VI el 5 de
junio de 1791.