BEATA MARÍA BARTOLOMEA BAGNESI
28 de mayo
1577 d.C.



   Nació en Florencia en el seno de una noble familia. Su infame aya le hizo padecer tanta hambre en sus primeros años, que la salud de la beata se resintió para siempre, hasta el grado de que jamás pudo volver a comer normalmente. Desde muy pequeña, María Bartolomea, que era muy piadosa, había resuelto seguir al convento a sus dos hermanas mayores. Pero la madre de la beata murió cuando ésta tenía diecisiete años, y ello la obligó a permanecer al lado de su padre. Según parece, la idea de casarse no había pasado por la mente de María; así pues, cuando su padre le dijo que le había escogido ya un marido, la joven sufrió una depresión nerviosa que no sólo le impidió casarse, sino que la tuvo inmovilizada en el lecho durante 45 años, con terribles dolores. 

   María soportó con gran resignación todas las complicaciones de su enfermedad y se sometió, con paciencia, a las prescripciones absurdas y dolorosas de los charlatanes que su padre llamó para que la curasen. Desde su lecho de enferma, María Bartolomea ejerció una influencia bienhechora sobre las numerosas personas que iban a visitarla: reconciliaba a los enemigos, consolaba a los tristes, convertía a los pecadores y curaba a los enfermos, totalmente olvidada de sus propios sufrimientos. Ingresó en las terciarias dominicas en el 1544 o 1547 he hizo voto de celibato privado. Escribió numerosas cartas y aconsejó con verdadera sabiduría. La paciencia con la que soportó su difícil enfermedad creó en su entorno una estima unánime.

   El sacerdote, Agustín Campi, le atendió como confesor y celebraba la misa en su cuarto, siendo él principal testigo de la intensa vida de oración y de las grandes virtudes de humildad, paciencia, mansedumbre, caridad... que practicaba en el lecho del dolor. La enfermedad era muy dolorosa; María Bartolomea recibió ocho veces la extremaunción. Estuvo muy relacionada con el monasterio carmelitano de Santa María de los Ángeles en Florencia; y hasta su muerte tuvo que soportar muchos sufrimientos, especialmente los signos diabólicos. Está enterrada en dicho monasterio, donde se veneran sus restos. Santa María Magdalena de Pazzi, que fue monja de ese monasterio, atribuyó su curación a la intercesión de la beata María Bartolomea.

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(Parroquia San Martín de Porres)