Cada uno de nosotros, incluso
el más generoso y complaciente, paciente e incluso despreocupado,
siempre tiene algo, quizás una pequeñez, a lo que él,
particularmente y celosamente, tiene más de lo que el valor material
del objeto justifica.
Ahora es un libro, ahora es un objeto de recuerdo, un vestido,
o tal vez una delicadeza. Generosos, o indiferentes, de un millar de otras
cosas, preservamos y defendemos una o pocas, como si fuera un tesoro único.
Por lo tanto, no sorprende que Alessandro Fontana, que también fue
generoso en todo, como buen padre cristiano, afectuoso de una familia, y
también, no menos importante, como un buen Módena, se resintiera
cuando encontró la botticella de su vino favorito en la bodega.
Era un buen vino, envejecido por expertos, y la Fontana lo había
dejado de lado para las vacaciones, tal vez para Navidad o para Año
Nuevo. Para consumirlo hasta la última gota no fueron los ladrones,
ni siquiera algún gourmet. Era su hermana Margherita, que había
golpeado el barril casi a diario, para darles un poco de vino a los pobres.
"Leva y no pongas, cada gran pila estúpida" dice un proverbio,
y así, a fuerza de levantamiento, ha disminuido, o más bien
se ha vaciado, el barril en el sótano de la casa de Fontana. Esa vez
el hermano, que también era generoso, estaba enojado; y Margaret,
quien también fue culpable por el bien, tembló. Él oró
mentalmente, y tuvo una inspiración rápida. Le pidió
a su hermano que la siguiera al sótano, salió, se acercó
al barril y ... ¡increíble! - se dio cuenta, y notó al
hombre, que el barril estaba lleno otra vez, y el vino tan bueno como antes,
si no mejor.
Margherita Fontana, de Módena, nació alrededor
de 1440 y había permanecido joven huérfana. Su hermano, ya
casado, la llevó a su casa, y ese acto de generosidad, que continuó
durante toda su vida, fue recompensado de acuerdo con el mérito.
La casa hospitalaria parecía de hecho convertirse en
el objetivo de todas las bendiciones del cielo, atraerlas, ya que un pararrayos
atrae descargas eléctricas, se necesitaba una antena de alcance conveniente.
Y esto se constituyó, en este caso, por las oraciones y las buenas
obras de las cuales Margherita Fontana fue una donante incansable.
En su vida ella siguió el sistema infalible de los dos pesos y medidas.
Severo consigo misma, generoso con los demás; Exigiendo por cuenta
propia, ampliando en nombre del siguiente. Las espinas estaban reservadas
para ellos, otros ofrecían rosas.
Hemos mencionado su caridad hacia los pobres, que a veces incluso
ponen en peligro la paz familiar. Se puede agregar que en las obras de la
misericordia corporal ella agregó la práctica de la caridad
espiritual, la consolación y la enseñanza, la corrección
y la conversión. Además del barril inesperadamente lleno, otros
episodios prodigiosos, que la vieron como protagonista, se contaron en Módena,
donde pasó toda su vida, 73 años, hasta 1513, y rica hasta
el final de las buenas obras, y de bendecir los frutos.
(Parroquia San Martín de
Porres)