BEATO MARCELO GAUCHER LABIGNE DE REIGNEFORT
26 de julio
1794 d.C.



   En una sórdida galera atracada en la costa delante de Rochefort en Francia, beato Marcelo Gaucher Labigne de Reignefort, de la Sociedad de la Misión, y Pedro José Legroing de La Romagère, sacerdotes y mártires: el primero era del territorio de Limoges, el otro de Bourges, durante la revolución francesa fueron encarcelados por odio a la fe en una inhumana prisión, muriendo agotados por el hambre y la enfermedad.

   En el puerto de Rochefort, Francia, donde estaban detenidos en las peores condiciones de vida que es posible imaginar, consumaron el martirio, muriendo de miseria y abandono estos dos sacerdotes, beatificados con sus compañeros de prisión y martirio el 1 de octubre de 1995 por el Papa Juan Pablo II.

   Marcelo Labigne había nacido en Limoges en 1751. Después de ser ordenado presbítero, se hizo miembro de la Compañía de Misioneros de Limoges. Al no ocupar ninguno de los cargos eclesiásticos que se consideraron en la Revolución cargos de funcionarios públicos, él no tenía obligación alguna de prestar el juramento de la “Constitución Civil del Clero”. Y sin embargo fue arrestado y llevado a la prisión de La Regle con los sacerdotes refractarios. Luego de muchos meses de encarcelamiento fue condenado, juntamente con su hermano Pedro-Gregorio, a la deportación como refractario a la ley del 14 de agosto de 1792, y debió dejar Limoges el 25 de febrero de 1794 en el primer convoy de sacerdotes limusinos.

   Estaba en Rochefort el 12 de abril siguiente, en que era registrado. Embarcado en “Les Deux Associés”, enfermó a comienzos de julio y fue llevado a una goleta que servía de hospital, donde murió el 25 de julio, siendo enterrado en la isla de Aix, y ocultándose su muerte a su hermano durante unos días, por entonces también gravemente enfermo. Este hermano sería el que luego contase todos los padecimientos sufridos por los que esperaron en Rochefort, recibiendo tantos de ellos la muerte a causa de las insanas condiciones de vida. Consta que Marcelo era una sacerdote lleno de piedad y virtud, notable por la dulzura de su carácter, y que llevó con suma paciencia las penalidades de una detención tan arbitraria como la suya.

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(Parroquia San Martín de Porres)