VENERABLE LUIS
AMIGÓ Y FERRER
1934 d.C.
1 de octubre
Luis
Amigó y Ferrer nació el 17 de octubre de 1854 en
Masamagrell (Valencia), donde su padre trabajaba como secretario del
ayuntamiento. Su nombre de pila, en realidad, era Jose María,
pero al hacerse fraile lo cambió –como era la costumbre
entonces- por el de Luis.
Su infancia y juventud pasan en Valencia donde empieza sus
estudios hacia el sacerdocio en el Seminario Conciliar de la ciudad.
Siendo todavía casi un niño, comenzó a dar
tempranas muestras de esa sensibilidad para percibir y atender los
problemas de los demás. Acompañado de otros amigos
-adolescentes también como él- empezó a dedicar
parte de su tiempo libre y de ocio a los marginados de su entorno. Iba
por los hospitales visitando a los enfermos y atendiéndoles en
sus necesidades. Frecuentaba las barracas, alquerías y
demás casas aisladas de la huerta valenciana, acompañando
a sus habitantes, y en particular a los niños y jóvenes.
Y, sobre todo, se acercaba a las cárceles para consolar e
instruir a los presos allí recluidos.
Cuando contaba diecinueve años, tomó la
decisión de hacerse fraile capuchino. Era el 12 de abril de 1874
cuando vistió el hábito franciscano en Bayona (Francia)
con el nombre de Fray Luis de Masamagrell. Cinco años
después, el 29 de marzo de 1879, y residiendo ya en Montehano
(Cantabria), fue ordenado sacerdote, con tan sólo veinticuatro
años.
También entonces, fue San Francisco de Asís
el que le ayudó a entender y seguir con radicalidad el mensaje
del evangelio y a darse cuenta de que el sacerdocio, cristianamente
entendido, es una vocación de servicio. Y Luis Amigó
vivió desde el primer momento su sacerdocio como un verdadero
servicio a los demás y, particularmente, a los jóvenes y
al mundo de la marginación. Con el fin de colaborar activamente
a la educación integral de los jóvenes de los pueblos
cercanos a su convento, fundó para ellos distintos movimientos
de carácter juvenil en los que se conjugaba lo cultural, lo
religioso y lo recreativo. Otro de los ministerios a que se
dedicó con entusiasmo, recién ordenado sacerdote, fue la
visita y asistencia de los encarcelados del vecino penal del Dueso, en
Santoña.
En agosto de 1881, Luis Amigó regresó a
Valencia y fue destinado a un convento en Masamagrell, donde
nació. Allí se encargó de reorganizar la Tercera
Orden Franciscana Seglar en los pueblos de la comarca: un movimiento de
cristianos laicos comprometidos a vivir el espíritu franciscano
en medio de sus quehaceres familiares y sociales. En poco tiempo, eran
más de cinco mil los terciarios franciscanos -hombres y mujeres-
que él acompañaba en los distintos pueblos cercanos a su
convento.
Fruto de todo ese intenso trabajo que el P. Luis
Amigó venía realizando con los seglares fue el nacimiento
de las dos congregaciones religiosas que fundó. Primero, con tan
sólo 30 años de edad, fundó -el 11 de mayo de
1885- la Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas de la
Sagrada Familia. Posteriormente -el 12 de abril de 1889-, cuando
aún tenía 34 años, fundó la
Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra
Señora de los Dolores.
En 1907, cuando contaba 52 años de edad,
recibió la noticia de que el Papa lo había nombrado
Obispo. Fue obispo primero de Solsona (1907-1913) y, posteriormente, de
Segorbe (1913-1934). En ambas diócesis siguió sintiendo
predilección por los jóvenes, la gente sencilla y
trabajadora y los marginados de la sociedad. Acogió a los pobres
con generosidad y siempre mantuvo abiertas para ellos las puertas de su
casa, de su corazón y de su bolsillo. Sentó a su mesa a
gente modesta y obreros ocupados temporalmente en alguna de sus obras.
Continuó ocupándose, con entrañas de misericordia,
del mundo de la marginación.
El P. Luis Amigó murió el
1 de octubre de 1934 en Godella (Valencia), en la casa madre de los
Hermanos Terciarios Capuchinos. Fue enterrado en Masamagrell, en la
capilla de la casa madre de las Hermanas Terciarias Capuchinas y su
tumba es lugar de peregrinación y veneración por parte de
muchos feligreses.
El 13 de junio de 1992, el Papa Juan Pablo II lo declaró
Venerable y la Iglesia se pronunció sobre él
definiéndole como "Gigante de la santidad, modelo y prototipo de
religioso, sacerdote, fundador y obispo". Actualmente está en
proceso de beatificación.