BEATO LUIS IV DE
TURINGIA
1227 d.C.
11 de septiembre
Landgrave
de Turingia y marido de santa Isabel de Hungría. Tuvieron tres
hijos y uno de ellos fue su hija la beata Gertrudis de Turingia. Fue un
esposo fiel, un devoto y honesto cristiano, que apoyó a su
esposa en sus obras de caridad. Una vez, encotró a un leproso
que se acercaba al castillo en busca de ayuda; lo
acompañó hasta el palacio y ahí lo dejó; el
enfermo fue a echarse en la cama del landgrave y éste al verlo,
se sintió tentado a dejarse llevar por la cólera, pero de
pronto pareció ver que no era el leproso, sino el Hijo de Dios
crucificado el que estaba en el lecho. Se retiró sin decir
palabra y al momento inició la empresa de construir un lazareto
en la colina de Wartburg. Poco tiempo después, Isabel dijo a su
esposo que ambos podían servir mejor a Dios si en vez de un
castillo y un enorme parque dedicaran aquélla tierra al arado y
al mantenimiento de un centenar de ovejas. El landgrave se echó
a reír: "¡No llegaríamos a pobres!", dijo. "Con
tanta tierra y tantas ovejas, la mayoría de la gente que nos
conoce, dirá que somos ricos".
El landgrave era un hombre justo y un buen gobernante. En
1225, algunos mercaderes de Turingia fueron asaltados, golpeados y
robados, en la frontera de Polonia. Luis pidió reparaciones,
pero ni siquiera obtuvo una respuesta, de modo que tomó su
caballo y se fue hasta Polonia donde obligó a los ciudadanos de
Lubitz a darle toda suerte de satisfacciones. Lo mismo sucedió
en Würtzburg a donde el landgrave se trasladó para
presentarse ante el príncipe-obispo y recuperar todo el
cargamento que había sido robado a un traficante de sus tierras.
En 1226, a solicitud del emperador Federico II, emprendió una
campaña militar y, junto con él, asistió a la
dieta de Cremona para aconsejarle y dirigirle. Cierta vez, debió
pasar lejos de su casa un crudo invierno y primavera; y nos dice el
escritor Bertoldo que, al regresar, su esposa Isabel "le dio mil y mil
besos con el corazón y con la boca" y cuando él le
preguntó cómo había soportado su pueblo el
frío terrible, ella replicó: "Le dimos a Dios lo que era
Suyo y él conservó para nosotros lo que era nuestro".
"Bien has obrado, mujer", repuso Luis. "Da a Dios lo que tú
quieras, con tal de que me dejes Wartburg y Neuenburg". Esa misma frase
o alguna muy semejante fue la que dio Luis como respuesta a un tesorero
de su casa que se quejaba de los “despilfarros" de Isabel en
caridades a los pobres.
Defendió sus derechos contra el obispo de Maguncia,
y los defendió con las armas sus derechos al margraviato de
Meissen, por ello fue excomulgado dos veces. En 1227 recibió la
cruz de manos del obispo Conrado de Hildesheim, como hábil
soberano y valiente guerrero, murió en Otranto de fiebres
mientras guerreaba en la cruzada de Federico II. El joven Landgrave fue
enterrado en la abadía benedictina de Reinhardsbrunn y
ahí se le venera en este día. Su culto no ha sido nunca
confirmado, aunque tiene culto popular.