BEATO LUDOVICO
ALEMÁN
1450 d.C.
16 de septiembre
Nació en Arbent, Delfinado. Fue llevado a Aviñón
cuando todavía era muy joven bajo la tutoría del cardenal
Amadeo de Salucio. Estudió Derecho en Arles, y luego
obtendría el grado de doctor. El papa aviñonés
Benedicto XIII le concedió una canonjía en la catedral de
Lyon. Asistió como consultor a los concilios de Pisa (1409) y
Constanza (1414), de donde tomaría las ideas conciliaristas en
las que tan tenaz se mantuvo. Su tío el cardenal Francisco de
Conzié, arzobispo de Narbona, lo nombró camarlengo en los
últimos concilios citados, y, elegido Martín V, lo
nombró vicecamarlengo de forma efectiva y además en 1418,
lo nombró obispo de Maguelone, diócesis en la que nunca
residió sino que la gobernó por medio de vicarios.
Acompañó a Martín V a Florencia, donde
sustituyó a su tío como camarlengo de la corte papal. Fue
también delegado papal en varios negocios de su pontificado.
Fue nombrado arzobispo de Arles en el 1423, pero
permaneció junto al Papa y al año siguiente se le
encargaba la legación de Bolonia. Al año siguiente fue
creado cardenal, dejó su cargo de camarlengo. Ya por entonces
tenía fama de persona docta y de sanas costumbres y verdadero
espíritu de santidad. Como gobernador de Bolonia tuvo varios
problemas por la rebelión de los Canêtplo que lo tuvieron
preso hasta que decidiera dejar la legación, como así
hizo. Al parecer era inflexible en el cobro de impuestos, que se
destinaban a la corte pontificia y no así mismo. De Bolonia
volvió a Roma donde volvió junto al Papa.
Era uno de los jefes del "Partido conciliar" durante el
tormentoso periodo del Cisma de Occidente, durante el concilio de
Basilea de 1432 y las consecuencias que se siguieron, fue el adalid de
este concilio y nunca se arrepintió de aquel hecho, porque lo
hizo de buena fe. Fue uno de los electores del antipapa Félix V
a quién fue fiel, y por esta razón será
excomulgado por el papa Eugenio IV. El papa Nicolás V lo
rehabilitó y, desde entonces, se ocupó exclusivamente del
gobierno de su diócesis. En su vida privada en Arles, como
obispo y cardenal fue siempre un modelo de virtud, dedicado a las obras
de caridad. El pueblo exigió su canonización. No parece
que Luis se arrepintiera de nada de lo que hizo. Terminado el concilio,
el reconocimiento de Nicolás V como Papa significaba un acuerdo
de paz. Hay que acudir necesariamente a la tesis de una conciencia
errónea pero recta para aceptar la santidad de este famoso
rebelde. El culto que se inició después de su muerte fue
aprobado por el Papa Clemente VII, en 1527.