HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA
LA IGLESIA, LAS GUERRAS Y LOS REGÍMENES
Del 1850 al 1945 d.C.



   El Papa Pío IX volvió del destierro a Roma en abril de 1850. La ciudad estaba llena de soldados franceses. Pío IX había sido elegido Papa en 1846. Tenía fama de ser amable y abierto a los cambios. Su popularidad había crecido mucho y se pensaba que apoyaría incondicionalmente el proyecto de formar una sola Italia, independiente de todo dominio extranjero (Italia estaba dividida en numerosos estados). El Papa se encontró en una encrucijada: como italiano, deseaba la prosperidad de su patria y la unificación de ésta; como Papa, no podía luchar contra una nación, Austria, que no le había dado motivo para hacerle la guerra. Así pues, cuando en Roma se quiso proclamar la república, el Papa dejó y se refugió en Gaeta. Intervinieron las tropas francesas. El Papa volvió, entonces, a Roma (como lo indicamos al principio).

   Pío IX se concentró en los asuntos internos de la Iglesia, para defenderla de ideas peligrosas, y proclamó verdades doctrinales. Definió entonces el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Desde hacía muchos siglos estaba muy difundida en la Iglesia la convicción de que la Virgen había sido preservada del pecado original al ser concebida por su madre, como un especial privilegio de su misión de Madre de Dios. Pío IX pidió su parecer a los Obispos católicos de todo el mundo, y la inmensa mayoría respondió que estaban a favor de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción, que fue proclamada por el Papa en 1854.

   El Papa Pío IX se preocupó también de que Roma fuera verdaderamente el centro del mundo católico. Reformó la Curia Romana, mediante el llamamiento de teólogos competentes, en lugar de diplomáticos y aristócratas romanos. Fundó seminarios para estudiantes de todo el mundo. Finalmente, impulsó grandemente la prensa católica, entre otras cosas, con la fundación del "Osservatore Romano", instrumento para difundir noticias de la Santa Sede.

   Al transformarse el mundo, se transformó también la mentalidad de la gente. La Iglesia sufrió el ataque más directo de su historia: por primera vez se pensó que el hombre sólo podía progresar, si acababa con la Iglesia y con el Dios que ella predicaba. En la segunda mitad del siglo XIX  se produjo un gran cambio de mentalidad. A este cambio contribuyeron los descubrimientos científicos y técnicos y la difusión de ideas revolucionarias. Este cambio afectó profundamente a la Iglesia. El hombre de esta época se convenció de que sólo podría ser completamente libre, si acababa con la Iglesia y con Dios. Era un ataque dirigido al corazón mismo del cristianismo. Al ideal cristiano se le opuso un ideal totalmente pagano y autosuficiente. Por eso, todo lo relacionad con la religión era considerado como algo anticuado y superado.

   Algunos de los escritores que más influyeron en este movimiento: el alemán Feuerbach, en "La Esencia del Cristianismo", afirmó que la religión no era más que una ilusión, por la cual el hombre atribuía a Dios cualidades humanas. Auguste Compte, francés, propuso la adoracion de un nuevo dios: la humanidad. Su pensamiento era positivista, es decir, sólo admitía datos experimentales (positivos) y su programa consistía en descubrir a un hombre sin huellas de Dios. "La Humanidad" tomó el lugar de Dios. Propuso confiar la educación a los científicos, es decir, a personas dotadas de cultura enciclopédica. La humanidad sustituyó a Dios por sí misma y se sintió totalmente dieña de su destino. Los estudios históricos y filosóficos, ténicos y de las ciencias naturales, se divulgaron y fueron catalogados como indiscutibles conquistas del progreso.

   Precisamente en las dificultades, Dios demuestra que no quiere abandonar a su Iglesia. Y lo manifiesta por medio de la gente sencilla, como la jovencita Bernardita Soubirous, a quien se le apareció la Santisima Virgen, para invitar a todos los hombres a orar y a convertirse en aquellos difíciles momentos. Hay en los montes Pirineos franceses un pueblito llamado Lourdes. En esa pequeña población se ha levantado uno de los santuarios más famosos y frecuentados dedicados a la Santísima Virgen.

   El 11 de febrero de 1858, dos hermanitas, Bernardita y Toñita, junto con su amiga Juanita, recogían leña cerca del río. De pronto, Bernardita se fijó en que "una señora" le sonreía desde una cueva. Bernardita volvió a ver a la "señora" muchas veces, lo cual provocó desconcierto en su familia y entre las autoridades locales civiles y religiosas. El párroco de la aldea interrogó a la muchachita y le pidió que le preguntara su nombre a "la señora". La Virgen le dijo "Yo soy la Inmaculada Concepción"....cosa que Bernardita repitió sin comprender. Aunque el dogma de la Inmaculada Concepción había sido procamado cuatro años antes, Bernardita no había oído hablar de él. Se aclaró entonces el significado de las apariciones de Lourdes a Bernardita: la Santísima Virgen Inmaculada, es decir sin ninguna clase de pecado desde el momento de su concepción, venía a ayudar a la Iglesia y a los hombres pecadores; venía a invitar a la oración y a la conversión, por medio de una pobre muchachita, que, ante los ojos del mundo, carecía de toda importancia. La Iglesia siempre ha sido muy precavida y aún severa en admitir toda clase de apariciones, para evitar abusos y errores. La autenticidad de las apariciones de la Virgen a Bernardita fue reconocida el 18 de marzo de 1862.

    Durante el largo pontificado del Papa Pío IX, en el Concilio Vaticano I, se proclamó el dogma de la infalibilidad del Papa. Esto quiere decir que Jesús, después de enseñar en la tierra, aseguró a su Iglesia, en la persona del Papa, cuando éste habla oficialmente, toda la asistencia necesaria para que enseñara a los fieles los asuntos más importantes sobre la fe y la moral. Pío IX aentía vivamente los ataques dirigidos contra la Iglesia, pero no distinguió bien a los que luchaban por cuestiones meramente políticas de los que sí atacaban maliciosamente a la Iglesia. Así se explica que no haya comprendido adecuadamente los cambios en la sociedad.

   En 1860 el Papa publicó su encíclica "Quanta cura" (con una gran preocupación), junto con un documento al que se le dio mayor publicidad que a la misma encíclica, "el Syllabus" ("Compendio"). Era un resumen de 80 fórmulas breves, que expresaban la opinión de la Iglesia sobre las ideas y principios que por entonces se difundian. Reseñaba las rebeldías de la humanidad en contra de la Iglesia. La opinión pública reaccionó muy desfavorablemente contra esta serie de condenas, y muchos católicos expresaron su deseo de que el Papa reconsiderara el asunto para valorar los aspectos positivos de la sociedad moderna. Pío IX se sintió ya demasiado viejo y dijo que un sucesor suyo lo haría, y efectivamente, León XIII lo hizo.

   Otro gran acontecimiento ligado con el Papa Pío IX fue la convocacion del Concilio Vaticano I, en 1869. Este Concilio es famoso por la proclamacion de la Infalibilidad del Papa, dogma que levantaría muchas discusiones dentro y fuera de la Iglesia. Este dogma de la infalibilidad pontifica significa lo siguiente: la Iglesia nació con la presencia y enseñanza de Jesús y actualmente goza de su compañía y asistencia, que se expresan en la persona del Papa.Cuando el Papa habla "ex cathedra", esto es, con su suprema autoridad como pastor de la Iglesia universal, sobre la fe y la moral, goza de una asistencia especial del Señor, que garantiza la verdad de lo que enseña. Algunos Obispos se opusieron, pero finalmente se sometieron. Temían que la proclamación de este dogma aumentara la división entre el catolicismo y la mentalidad de la época. Pío IX murió a los 96 años de edad.

   En una Italia sacudida por problemas políticos y religiosos, San Juan Bosco se dedicó a ayudar a los muchachos que no tenían hogar. Los buscaba en los arrabales de la ciudad de Turín y les proporcionaba estudios y trabajo. Muchos cambiaron de vida y algunos siguieron su ejemplo. Asi nació la congregación de los Salesianos, que se extendería por todo el mundo. En las obras caritativas sociales y culturales del catolicismo influyeron de modo especial las Órdenes y Congregaciones religiosas. San Juan Bosco (1815-1888) fundó una de ellas, los Salesianos, en la ciudad de Turín, en 1859. Le preocuaban muchos los muchachos pobres de la periferia de las grandes ciudades.

   Juan Bosco provenía de una familia campesina. Ya siendo sacerdote, cuando fue a Turín, conoció la miseria material y moral de los barrios bajos de las ciudades. En la ciudad de Turín ingresó en una institución eclesiástica, cuyo objetivo era contemplar la formación de los sacerdotes y jóvenes, preparándolos para los ambientes más difíciles (cárceles, hospitales, fábricas), donde los niños eran abandonados con frecuencia y se convertían en delicuentes. "Don Bosco" fue señalado para ocuparse de los jóvenes más perdidos.

   Con mil tretas atraía a los muchachos y los iba a buscar a las fábricas, plazas y mercados. Así nació "el Oratorio de San Francisco de Sales". Don Bosco les buscaba trabajo a los jóvenes y les daba clases a los que se interesaban en ellas. Y muchos de estos jóvenes vagabundos aprendieron a trabajar y a estudiar con "Don Bosco". El se apoyaba en lo que ellos tenían de bueno, les daba confianza y los estimulaba, sin obligarlos. Muchos de aquellos vagabundos se convirtieron en tipógrafos, oficio que sigue interesando actualmente a los sucesores de Don Bosco. Así pues, "el Oratorio" era un lugar que recibía a los jóvenes y que se enfrentaba con toda clase de dificultades, entre las cuales se contaban la desconfianza y sospecha de las autoridades, que no sabían las intenciones de ese cura rodeado de jóvenes delincuentes.

   En Inglaterra destacó la figura del Cardenal Manning, quien dirigió la actividad de la Iglesia Católicae en el campo social. Se fijó muy especialmente en las condiciones de vida de los obreros en las grandes ciudades. Con ocasión de la huelga portuaria de Londres, en 1889, los obreros nombraron al Cardenal para que los representara. A partir de 1850, la Iglesia inglesa se desarrolló mucho.El autor principal de este crecimiento fue John Henry Newman, primero anglicano, después católico y finalmente sacerdote. Los Obispos irlandeses lo llamaron para que fundara la Universidad de Dublín, donde organizó una educación verdaderamente humana y católica. Volvió a Inglaterra y fue acusado de deslealtad y de poco amor a la verdad. Newman contestó con una obra en defensa suya y del catolicismo, la "Apología", que fue todo un éxito tanto entre católicos como entre anglicanos. Desde entonces pudo deciarse más a su escuela para niños pobres. Murió en 1890, llorado por todo Inglaterra.

   Henry Edward Manning, converso como Newman, se dedicó a las actividades sociales y de enseñanza. Nació en 1808. Se quedó sorprendido por la conversión de Newman, pero en 1851 también él se convirtió al catolicismo y fue ordenado sacerdote. Como Arzobispo de Westminster y como Cardenal. trabajó en favor de las clases más pobres. Comprendía los problemas de toda la gente marginada y se concentraba en las grandes ciudades industriales. En 1889, unos 200,000 obreros y trabajadores de los muelles de Londres se declararon en huelga para protestar por sus bajos salarios. Los huelguistas sólo aceptaron la mediación del Cardenal Manning en el conflicto. El Cardenal Manning construyó, además, numerosas escuelas católicas. Murió en 1892.

   En los Estados Unidos, desde 1850, comenzó la conquista del Oeste. Grupos de emigrantes expulsaron a las tribus indias de sus tierras. La costa del Atlántico del Norte, muy industrial, entró en conflicto con el Sur, agrícola; entonces estalló "la Guerra de Secesión" (guerra civil de separación entre el Norte y el Sur). El Norte ganó la guerra y, con ello se obtuvo la liberación de los esclavos negros.

   Al oeste del río Mississipi había extensiones enormes de tierra. Los colonizadores fueron llegando a esas tierras. Los colonizadores fueron llegando a esas tierras y, con la introducción del ferrocarril, ocuparon rápidamente aquellas regiones, que pertenecían a las tribus indias. La codicia de los colonos hizo imposible la convivencia entre colonizadores e indígenas: todas las tribus fueron prácticamente exterminadas (genocidio).

   Muchos emigrantes irlandeses se quedaron en los estados del Norte, trabajando como obreros. El comercio, la abundante mano de obra y la libertad de mercado contribuyeron a un gran desarrollo industrial de los estados del Norte. Esto produjo tensiones con los estados del Sur, que se habían concentrado en el cultivo de algodón, para lo cual necesitaban gran número de esclavos negros. En 1860, Lincoln, presidente de los Estados Unidos, apoyó la liberación de los negros, con lo cual estalló "la Guerra de Secesión", que ganaron los estados del Norte en 1865, después de una cruel y sangrienta guerra civil.

   En forma paralela a la sociedad civil, también la Iglesia Católica fue progresando con la llegada de los inmigrantes irlandeses y con la anexión de los estados de Nuevo México y California, cuyos habitantes mexicanos eran católicos. Los Obispos estadounidenses se distinguieron por su iniciativa: consiguieron numerosos sacerdotes irlandeses, construyeron parroquias y fundaron escuelas católicas; en las grandes ciudades comenzaron la evangelización de los negros.

   En 1878 fue elegido el sucesor de Pío IX: León XIII, Este Pontífice desde su primera carta a toda la Iglesia inculcó una nueva actitud en los católicos hacia el mundo moderno. Inisistió en las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino. Al realizarse la unificación política de Italia, la Santa Sede había perdido "los Estados Pontificios". Existía inseguridad en Roma. Inicialmente, algunos Cardenales habían pensado celebrar la elección del nuevo Papa fuera de Italia. Pero el Cardenal Pecci comprendió que la elección había de celebrarse en Roma, y la preparó cuidadosamente. Demostró tanta inteligencia y prudencia, que muy pronto los Cardenales lo eligieron como Papa. Tomó el nombre de León XIII.

   Desde muy niño, León XIII había seguido la vocación sacerdotal. Fue un estudiante brillante y pronto recibió misiones importantes de la Curia Romana. A los 36 años fue nombrado Arzobispo de Perugia, en donde dio pruebas de toda su valía. Era un espíritu abierto a las nuevas conquistas de la ciencia y miraba confiadamente los nuevos tiempos. Ya siendo Papa, León XIII se esforzó por seguir una política de pacificación con las autoridades políticas y propuso el Papado como una gran autoridad espiritual. Inculcó una nueva actitud  los católicos del mundo moderno y se basó en las enseñnzas de Santo Tomás de Aquino. Desde antes de ser Papa, León XIII se había dado cuenta de las desesperada situación en que vivían los obreros en la sociedad industrial moderna y, siendo ya Sumo Pontífice, escribió la carta "Rerum Novarum" (Cosas nuevas), que se convertiría en el gran texto de la Iglesia para promover una mayor justicia social.

   Los poderosos países europeos controlaban el resto del mundo. Los estados europeos, reunidos en Berlín en 1884-85, se repartieron el territorio del África. Era la época del imperialismo, que condicionaría todo nuestro siglo. Europa se había concertido en el continente más rico y más densamente poblado del mundo. Su economía era muy próspera, pero necesitaba materias primas, que abundaban en otras partes del mundo. Además, todo lo que Europa producía, tenía que venderse en mercados exteriores, pues Europa estaba saturada de sus propios productos. Así pues, América Latina, África y Asia recibían los productos europeos. La lucha comercial en Europa se llevó a cabo dentro de la misma Europa y fuera de ella.

   Hasta mediados del siglo XIX, Europa se había contentado con el control del comercio para asegurar el suministro de algunas materias primas. Pero esto no bastó, y los países europeos se lanzaron a la conquista militar y política de los países africanos. Se emprendieron grandes exploraciones, patrocinadas por diferentes países, para cruzar el continente africano, y sobre todo, para conocer aquellas regiones totalmente desconocidas de la misteriosa África (como las fuentes del río Nilo). Pero estas explicaciones incluían muchos intereses políticos, y entonces estallaron varias guerras coloniales. Finalmente, en 1884-85, las mayores potencias coloniales se reunieron en Berlín, en donde se estableció que cada potencia podía internarse tierra adentro del África, desde sus actuales posesiones del litoral, sin perjuicio de otro país europeo ya establecido. Los únicos países que quedaron independientes en el África fueron Liberia y Etiopía. Este bárbaro imperialismo tuvo como resultado la opresión económica y política y con frecuencia el "genocidio" de los países conquistados.

   En los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX hubo, como nunca, una gran cantidad de descubrimientos científicos e invenciones técnicas. Todos estos avances cambiaron pronto la vida de la gente. Algunos ejemplos de estos descubrimientos y de sus invetores: el telégrafo sin hilos, de Marconi, Hertz y otros; el cine, de los hermanos Lumiere; el automóvil; el mineral radio, por los esposos Curie;etc. Los transportes y comunicaciones revolucionaron al mundo: apareció el motor de explosión (1888), el automóvil (1891), el avión (1903), el telégrafo sin hilos (1895), el teléfono (1876), el cine (1894). El descubrimiento de los rayos X (1895) y del radio (1900) por los esposos Curie dio nuevas posibilidades curativas a la medicina (por ejemplo en la tubercolosis). La electricidad empezó a estar al alcance de casi todos. En poco tiempo los hombres ya no podrían prescindir de la luz eléctrica, del teléfono, del radio, del cine y de los nuevos medios de comunicación.

   En este mismo periodo se formaron las grandes ciudades, con avenidas, rascacielos, monumentos, bancos, museos, edificios públicos. Pero, alrededor de estas magníficas, ricas y ostentosas ciudades, nacieron las enormes fábricas, con sus barrios, obreros, formados, casi siempre, por miserables barracas. El trabajo industrial exigía un desarrollo gigantesco: había que fabricar más y cada vez más aprisa. Nació el sistema de "trabajo en línea": el motor, por ejemplo, iba pasando frente a cada obreso: uno le ponía una bujía, otro le adaptaba una pequeña pieza. Era un trabajo repetitivo, sin iniciativa ni creatividad. Surgieron nuevas enfermedades: "el stress" del trabajo, las infecciones y molestias producidas por los gases y el ruido continuo de las maquinarias. El hombre quedó reducido a una pieza de un gigantesco engranaje. En su barrio se encontraba aislado. No había iglesia ni sacerdotes que lo ayudaran.

   En las nuevas naciones de América Latina grupos muy pequeños poseían la mayoría de las tierras y controlaban la política y el comercio. Con mucja frecuencia eran enemigos de la Iglesia. Casi la totalidad del pueblo eran católicos, pero su vida cristiana no lograba madurar. Para favorecer el renacimiento religioso, León XIII puso a la Iglesia latinoamericana bajo la protección de la Santísima Virgen de Guadalupe. Desde principios del siglo XIX, América Latina había dejado de ser una colonia de España. Los estados independientes que se habían formado luchaban entre sí para delimitar sus fronteras y obtener el mayor poder económico posible. Los criollos ejercían preponderancia. Estaban influidos por "La Ilustración" y por el pensamiento positivista importado de Europa.

   Los nuevos gobernantes, casi todos anticlericales, trataban de establecer con la Iglesia relaciones parecidas a las que había tenido la colonia con España. Hostigaban a las Órdenes religiosas y a los colegios católicos, expropiaban los bienes eclesiásticos y querían controlar el nombramiento de Obispos y toda la actividad de la Iglesia. La inteligente acción diplomática de León XIII mejoró la situación durante algunos decenios. Pero la Iglesia tuvo que enfrentar graves problemas internos: el gran movimiento misionero de los siglos anteriores se había estancado y la tradición cristiana, tan difundida, no se había profundizado ni había crecido. Los sacerdotes en toda Latinoamérica eran muy escasos en relación con el número de cristianos. En alguna forma, ya el Papa Pío IX había atendido este asunto al fundar en Roma el Colegio Pío Latinoamericano para formar sacerdotes preparados y adictos al Papa. En 1889 se reunió en Roma el Concilio Plenario Latinoamericano para discutir los problemas eclesiásticos principales. Finalmente, el mismo Papa León XIII coronó a la Virgen de Guadalupe como Patrona principal de América.

   En 1903, fue elegido Papa, con el nombre de Pío X, el Patriarca de Venecia, Giuseppe Sarto, que posteriormente sería canonizado. Le preocupaba dar un nuevo rostro a la Iglesia: reformó la Curia Romana, y los seminarios, y preparó un famoso catecismo, que él mismo explicaba los domingos. Giuseppe Sarto nació en 1835, de una modesta familia de la provincia de Venecia. Había sido vicario, párroco, Obispo de Mantua y Patriarca de Venecia. Tenía fama de pastor celoso, dedicado exclusivamente a su misión sacerdotal. Era muy amable, tenía gran intuición pastoral y no era muy inclinado a las novedades. Durante el pontificado de Pío X surgió un complejo movimiento llamado "modernismo", que pretendía adaptar la doctrina cristiana a los tiempos modernos, La intención parecía buena, pero algunos modernistas llegaron a negar las verdades cristianas fundamentales. En 1907, el Papa publicó una carta para todo el mundo ("encicclica) en la cual condenó severamente a los modernistas. Sólo más tarde se llegaría a distinguir entre las diferentes clases de "modernismo".

   La crisis modernista ayudó a comprender la necesidad de que la Iglesia despetara a la creatividad. Así, volvieron a la fe científicos y escritores que llegaron a comprender que la ciencia sola no podía resolver los problemas del hombre. Paul Claudel, "dejó la cárcel materialista" (como él mismo dice) y encontró de nuevo la fe y la convirtió en su punto de partida (es autor de dramas sublimes, como "La Anunciación de María, La Zapatilla de Raso"). Charles Peguy, formado en el socialismo, seguiría siendo fiel a las tradiciones de su país (Poema sobre "Juana de Arco"). En Inglaterra destacó Hillaire Belloc, que se hizo sacerdote, y entre todos los escritores de su tiempo, sigue brillando Gilbert K. Chesterton, quen en el "Padre Brown" hizo el retrato del cura comprometido plenamente con la vida de los hombres y con su historia diaria.

   El arte de principios del siglo XX fue un grito de alarma contra el materialismo, que invadía la vida, y una búsqueda de los espiritual. A principios de nuestro siglo los artistas de diferentes partes del mundo reaccionaron contra el mundo construido por el hombre alrededor de una existencia materialista. Querían expresar una necesidad espiritual que no podía ser olvidada.

   En pintura, las obras se alejaban cada vez más de ser una simple transcripción o copia de la realidad, tal como el ojo la veía. Mediante las formas y colores, los artistas hicieron una nueva reconstrucción de la realidad. En esta evolución fue fundamental el movimiento "cubista". Nació el París, pero no es exclusivamente francés. Todo comenzó con la llegada a París un pintor catalán, Pablo Picasso. Su cuadro, "Las Señoritas de Aviñón", es considerado por algunos críticos como el primero el siglo XX. En este cuadro están ya contenidos los elementos que influirñian en todo el arte de nuestro siglo. Son figuras femeninas, que chocaron con el gusto de las primeras personas que las vieron. La persona, el rostro, cada volumen está descompuesto en una serie de planos, y la luz está en función de dichos planos. Hay una fuera "elemental" en cada una de estas figuras de mujer. Picasso se reunía en París con varios artistas, especialmente con Georges Braque para reflexionar sobre sus experiencias pictóricas, y nació el cubismo, que se prestaba muy bien para expresar la atmósfera de libertad del nuevo siglo.

   La música renovó sus estructuras y rechazó la melodía tradicional, con Stravinsky y Schonberg. Los escultores también se sintieron libres para crear nuevas formas espaciales. Los planos geométricos alargados verticalmente buscaban un ser humano distinto. También en Alemanis se sencontraban grupos que hacían a un lado el materialismo. Kandisky, por ejemplo, reflexionó sobre el arte y escribió sobre el tema de lo espiritual en el arte "expresionista", que critica la civilización moderna: es un arte de lo interno.

   El comienzo del estudio sistemático de la Biblia en la Iglesia Católica está ligado al sacerdote dominico francés, Alberto Lagrange. El fundó la Escuela Bíblica de Jerusalén, en donde hasta ahora realizan investigaciones arqueológicas los estudiosos de todo el mundo, para profundizar en el conocimiento de la Biblia. En aquella época los problemas derivados del estudio de la Biblia se confundieron con el "Modernismo", por lo cual también el padre Lagrange se hizo sospechoso.

   Si la Iglesia quiere permanecer viva y auténtica, tiene que alimentarse continuamente de la Biblia, que es la Palabra de Dios a ella confiada. Esto es necesario para su propia vida interior y para la vida de los cristianos. Para ello es necesario estudiar a fondo la Biblia, usando los métodos más modernos. Esto fue lo que hizo el Padre Lagrange a finales del siglo pasado. Alberto Lagrange nació en Francia en 1855. A los 30 años de edad decidió hacerse dominico. Fue enviado a Viena para estudiar las lenguas orientales antiguas. Se convirtió en un especialista reconocido y fue a Jerusalén, donde fundó la Escuela Bíblica. Allí se estudiaban las ciencias más modernas para poder interpretar más fielmente la Biblia. La Escuela Bñiblica de Jerusalén se hizo famosa.

   Para todos los católicos, la Biblia está inspirada por Dios y no puede contener errores. Sin embargo, algunos expertos, encontraron errores cronológicos y científicos. Surgieron entonces disputas para combinar aquellos datos científicos con los de la Biblia. Hasta el mismo León XIII tuvo que intervenir. Todavía entonces no se comprendía que la verdad de la Biblia se refiere a afirmaciones sobre la salvación del hombre y no respecto de las afirmaciones científicas. El Padre Lagrange fue implicado en el problema del modernismo, durante el pontificado de Pío X; pero Benedicto XV animó de nuevo a los estudiosos católicos a que se ocuparan con todo interés en la Biblia. Todos estos estudios y las dificultades vencidas permitieron a los católicos un nuevo acercamiento a la Biblia, con gran enriquecimiento de su fe y espiritualidad.


Estalla la Primera Guerra Mundial

   En la vida política europea, desde principios del siglo XX, las crisis se hicieron más frecuentes. Los católicos no estaban unidos entre sí para defender sus intereses espirituales y los de la Iglesia; cada un de ellos se identificaba con su propio país y sus conflictos. La carrera armamentista se aceleró: todos estaban bien preparados militarmente, y en muchos países era ya obligatorio el servicio militar. El número de soldados era enorme. Se hablaba de guerra y violencia como los únicos medios para hacer progresar la historia.

   Había zonas especialmente sensibles a los conflictos internacionales: en la región del río Rhin proseguía la rivalidad entre Alemania y Francia, que quería recuperar Alsacia y Lorena, perdidas en la guerra de 1870, contra Alemania. Italia quería arrebatarle Trento y Trieste a Austria. Austria y Rusia tenían ambiciones sobre los Balcanes. Pero también había problemas fuera del continente europeo. Alemania quería ser más fuerte que Inglaterra en el mar. Los Estados Unidos comenzaron a intervenir en la política mundial. En África chocaban los intereses colonialistas de Italia, Francia, Alemania e Inglaterra.

   En 1914 cayó asesinado en Sarajevo (Serbia) Francisco Fernando, heredero del trono de Austria. Europa se envuelve en un conflicto mundial. Se alían, por un lado, Inglaterra, Francia, Portugal, Italia, Rusia, Grecia y Serbia; por el otro lado, los imperios austro-húngaro, el alemán, el otomano y Bulgaria. Japón contra los imperios.  En ambos bandos había esperanza de una pronta y decisiva victoria sobre el enemigo; pero las osiciones de ambos ejércitos quedaron estancadas en trincheras a unos cuantos metros de las posiciones enemigas. Ningún general supo cómo resolver este tipo de lucha. La Primera Guerra Mundial fue una experiencia terrible para ambos bandos. En este tipo de conflicto, "guerra de posiciones", donde el tiempo que los soldados pasaban en el frente y en primera línea era muy largo, surgió una importante figura, el capellán militar.


La Revolución Rusa

   En 1917 los Estados Unidos entraron en la Guerra Mundial. Ese mismo año estalló la Revolución Rusa, de inmensas consecuencias en el desarrollo de la guerra, en el futuro de Europa y de todo el mundo. Ya en 1905 después de carestías, simultáneas a la derrota militar de Rusia por el Japón, estallaron motines revolucioinarios. Las manifestaciones de obreros fueron aplastadas por el ejército. Hubo levantamientos en muchas provincias, con Trotski a la cabeza. El zar hizo algunas concesiones; pero los problemas sociales de Rusia se agravaron. Había dos mundos: el mundo obrero, concentrado en pocas grandes ciudades; y el mundo campesino, extendido por todo el país.

   La gran guerra tuvo efectos explosivos: los campesinos, enviados al frente sin combustible ni comida, se rebelaron. En marzo de 1917 hubo una gran manifestación de obreros en San Petersburgo; el zar Nicolás II abdicó y se creó un gobierno liberal constitucional. Se crearon, al mismo tiempo, organismos de gobierno popular, controlados por el ala moderada del partido socialista. El ala radical, bolchevique, esperó a que Lenin volviera a Rusia, quien propuso un programa radical: firmar inmediatamente la paz, repartir las tierras a los campesinos sin ninguna indemnización a los antiguos dueños y construir un sólido poder revolucionario. Con este programa, los bolcheviques obtuvieron el control. En octubre se desencadenó la revolución socialista: obreros y soldados se apoderaron del Palacio de Invierno de San Petersburgo y conquistaron el poder.

   Sus primeros actos: firma de la paz, nacionalización de la tierra, control obrero de las fábricas, nacionalización de los bancos y de las grandes empresas comerciales. El nuevo Estado se basó en el poder del partido comunista. Todo este fenómeno constituyó una experiencia totalmente nueva para Europa y para el mundo: se echaron las bases para la sustitución del centro sagrado de la vida, por parte de unos funcionarios que pretendían ser los salvadores del mundo y de los hombres.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)