LA PENITENCIA
La Penitencia como virtud
moral lleva al pecador a arrepentirse de los pecados cometidos, a tener
el propósito de no volver a cometerlos y a imponerse por ellos
el debido castigo o satisfacción. La Penitencia como sacramento
es uno de los siete sacramentos de la Nueva Ley instituidos por Nuestro
Señor Jesucristo.
Como era tan sorprendente la divina misericordia dispuesta a perdonar,
el Señor fue preparando a sus Apóstoles y a sus
discípulos, perdonando Él mismo los pecados al
paralítico de Cafarnaúm (Lucas 5,18-26), a la mujer
pecadora (Lucas 7,37-50), y prometiendo además a los
Apóstoles, la potestad de perdonar o de retener los pecados:
"Les aseguro que lo que ustedes aten aquí en la tierra,
también quedará atado en el cielo, y lo que ustedes
desaten aquí en la tierra, también quedará
desatado en el cielo" (Mateo 18,18).
Para que no hubiera duda de que los poderes que había prometido
a San Pedro personalmente (Mateo 16,19) y a los demás
Apóstoles con él (Mateo 18,18), incluían el de
perdonar los pecados "Sopló sobre ellos y les dijo: --Reciban el
Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les
quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les
quedarán sin perdonar" (Juan 20,22-23). De otra manera, si la
Iglesia no tuviera esa potestad, no podría explicarse la
voluntad salvífica de Dios.
La potestad de perdonar se extiende absolutamente a todos los pecados.
Consta por la amplitud ilimitada de las palabras de Cristo a los
Apóstoles: "Les aseguro que lo que ustedes aten..."(Mateo
18,18), y por la práctica universal de la Iglesia que,
aún en las épocas de máximo rigor disciplinar,
absolvía los pecados más aborrecibles una vez en la vida,
y siempre en el momento de la muerte; señal evidente de que la
Iglesia tenía plena conciencia de su ilimitada potestad sobre
toda clase de pecado.
Esa potestad fue conferida sólo a la Iglesia jerárquica,
no a todos los fieles. La potestad que tiene la Iglesia es judicial; es
decir, el poder conferido por Cristo a los Apóstoles y a sus
sucesores implica un verdadero acto judicativo: hay un juez, un reo y
una culpa. Se realiza un juicio, se pronuncia una sentencia y se impone
un castigo.
El signo sensible del sacramento está constituida por los actos
del penitente y las palabras de la absolución. La forma es: "Yo
te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén".
Los actos del penitente son:
1) Exámen de conciencia, pidiéndo luz al Señor
para conocer la propia miseria y a la luz de los 10 Mandamientos de la
Ley de Dios y de los 5 Mandamientos de la Santa Madre Iglesia.
2) Contrición: es el dolor del alma y detestación del
pecado cometido. Esta contrición debe ser de todos los pecados
cometidos, tanto mortales como veniales.
3) Propósito de Enmienda, llevándonos a poner los medios
necesarios para evitar el pecado y las ocasiones de pecado en la medida
de las propias posibilidades, y a reparar el daño que pueda
haberse hecho a los demás por el pecado cometido.
4) Confesión, que es la acusación de los propios pecados
al sacerdote. Esta confesión debe ser sincera e íntegra.
5) Absolución: el sacerdote nos absolverá de nuestros
pecados diciendo: "Yo te absulevo de tus pecados en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
6) Satisfacción. La absolución del sacerdote perdona la
culpa y la pena eterna (el infierno), y también parte de la pena
temporal debida por los pecados (penas del Purgatorio), según
las disposiciones del penitente. No obstante, por ser difícil
que las disposiciones sean tan perfectas que supriman todo el
débito de pena temporal, el confesor impone una penitencia que
ayuda a la atenuación de esa pena.
Efectos del sacramento de la Penitencia:
1.-Infunde en el alma la gracia santificante o la aumenta.
2.-Perdona los pecados, la pena eterna (el infierno) y la temporal
(Purgatorio) en todo o en parte.
3.-Nos da fuerzas para evitar los pecados en lo sucesivo, especialmente
de aquellos de los que se acusa, ya que con la recepción
frecuente de este sacramento se robustece toda la vida espiritual.
4.-Reconcilia con la Iglesia.