BEATO JUAN RAFÍ
FIGUEROLA
1936 d.C.
5 de septiembre
Juan Rafí
Figuerola
Nació el 30 de octubre de 1875 en Vilabella (Tarragona)
Profesó el 8 de diciembre de 1891
Martirizado el 5 de septiembre de 1936 en Tarrasa
Nació el 30 de octubre de 1875 en Vilabella de la provincia y
diócesis de Tarragona. Por el peligro inminente de su muerte en
que se hallaba fue bautizado por la madrina Teresa Pié de
Armengol en conformidad con el rito extraordinario. Y habiendo
sobrevivido el infante, al día siguiente en la iglesia, el Cura
Ecónomo de la parroquia de San Pedro Apóstol
suplió las oraciones y ceremonias por la Iglesia poniendo los
nombres de Juan Pedro Antonio. Fue confirmado el 18 de mayo de 1877 por
el Exc.mo Dr. Constantino Bonet, Arzobispo de Tarragona.
Sus padres fueron D. José Rafí, labrador, y Dª Rosa
Figuerola, dedicada a las ocupaciones propias de la casa. Formaron un
hogar profundamente cristiano donde la fe y la piedad cristianas
orientaban la vida cotidiana. En este ambiente surgió la
vocación religiosa de cuatro de sus hijos, Pablo[1], Juan,
Jaime[2] y Ramón[3]. Todos ellos Hermanos Coadjutores en la
Congregación de Misioneros Claretianos. Todos entraron al
noviciado a los 15 o 16 años y todos perseveraron hasta su
muerte.
Ingresó en la Congregación el 18 de julio de 1900 en
Cervera, donde se encontraba como Hermano profeso y con el oficio de
sastre, su hermano Pablo. Hizo unos meses de postulantado y el 7 de
diciembre de ese año tomó el hábito e
inició el noviciado. Al cabo del año canónico
emitió la profesión el 8 de diciembre de 1901.
Continuó en Cervera con el oficio de sastre, mientras que su
hermano Pablo fue destinado a Chile el 22 de enero de 1892.
En diciembre de 1895 fue destinado a Pamplona para desempeñar
los oficios de sastre, sacristán y portero suplente. En esta
casa tuvo varios problemas que pusieron en peligro su vocación.
En mayo de 1898 fue trasladado a Cervera. Aquí continuó
con el oficio de sastre. A los tres meses fue enviado a Solsona, a
donde llegó el 15 de septiembre de ese año.
También en esta comunidad desempeñó los oficios de
sastre, ropero y portero. En 1905 fue enviado a la casa de Gracia
(Barcelona) a donde llegó el 25 de septiembre. En esta comunidad
ejerció el cargo de sastre. También le tocó sufrir
los efectos de la Semana Trágica de 1909 con destrucción
de la casa e iglesia trasladándose a la residencia del Paseo de
san Juan en sustitución de la casa de Gracia. En el mes de julio
de 1920 fue a San Feliu de Guixols con los cargos de sacristán,
portero y sastre. El 17 de julio de 1923 fue a Tarragona. Al trienio
siguiente fue a Cartagena y en 1931 a Gerona, con el cargo de sastre.
Su último destino fue Sabadell en 1935 también con el
cargo de sastre.
Virtudes y cualidades
En los informes que los superiores de las comunidades por donde
pasó el Hermano se puede apreciar un constante progreso en su
perfección. A veces llaman la atención juicios tan
diferentes con poco intervalo de tiempo, de modo que se puede pensar
más en la forma de enjuiciar del superior a veces con
generalidades exageradas, que en los mismos hechos. Así por
ejemplo se decía que tenía buena conducta, algo disipado
pero laborioso. Algún tiempo después se decía que
era dócil, piadoso y algo bromista. Otro afirmaba que era
modesto, alegre y tranquilo. Más tarde se aseveraba que era
observante y devoto, aunque perspicaz y cerrado, locuaz y notablemente
curioso, aficionado a leer novedades (es difícil que leyera
periódicos y, menos aún, revistas). Cuando cambió
de casa ya no reseñaban esto. Se informaba que su conducta era
muy buena.
Sus cualidades intelectuales eran mediocres, su instrucción era
regular, sabía leer y escribir y poco más. Sin embargo,
era instruido en sastrería. Sus condiciones para el trabajo eran
buenas.
Según los testimonios el Hermano era jovial y atento, espiritual
y piadoso, devoto, de modo que asistía a todas las misas que
podía mientras no le estorbase el servicio de portero. Se
distinguía por la limpieza de las cosas.
Era un religioso observante de las santas Constituciones. Era obediente
a los Superiores y solícito al servicio de la Comunidad.
Humilde y diligente en el oficio de portero, muy trabajador y fiel en
el cumplimiento de sus obligaciones.
Martirio
Ya hemos recordado que al H. Rafí le tocó sufrir en
persona la Semana Trágica de Barcelona y después todos
los cambios sociales y políticos sucesivos de manera que
podía prever cualquier resultado final trágico. Bastaba
abrir los ojos. Al mismo tiempo había madurado tanto en
él como en los otros miembros de la Congregación la
posibilidad y aceptación del martirio por la fe. De cuanto se ha
expuesto antes es fácil deducir que los religiosos fueron
preparándose al martirio durante años sin hacer proclamas
grandilocuentes. Era suficiente su perseverancia en la vida religiosa
para enfrentarse a tal situación.
Días antes del estallido revolucionario, el H. Rafí como
todos los de la comunidad, manifestó que se disponía al
martirio.
El día 19 de julio de 1936, como los demás miembros de la
comunidad, abandonó la casa y se refugió, junto con el H.
Cardona, en el domicilio del Sr. Roca, sito en la calle Illa, 50. Al
día siguiente por la mañana volvió a la casa para
escuchar la misa y comulgar. Por el mediodía, a instancias de la
familia Roca volvió al domicilio de esta, donde permanecieron
unos 15 días.
Detención y encarcelamiento. El día 4 de agosto se
presentaron en la casa del Sr. Roca unos milicianos pidiendo unos
objetos de culto, que allí se guardaban y eran propiedad de las
Religiosas Teresas. Al principio lo negó pero se los tuvo que
entregar. También les dijo que en su casa escondía a dos
criados de los Misioneros Claretianos. Los milicianos les dijeron
hipócritamente que ellos se cuidarían de trasladarlos a
sus pueblos respectivos. Pero en vez de esto, llevaron a los dos
criados, es decir, los HH. Rafí y Cardona, de primera al
Ayuntamiento y luego a la cárcel en donde estuvieron durante un
mes en compañía de otros miembros de la comunidad y
jóvenes de la ciudad. En la cárcel, tal como se ha dicha
antes, llevaba vida cuasi comunitaria con los actos de piedad
comunitarios, que las circunstancias permitían, y, por
descontado, largas meditaciones sobre su suerte. Una preparación
inmediata para el martirio.
Camino del sacrificio. A las 11,45 de la noche del cuatro de septiembre
de 1936 fue sacado violentamente de la cárcel con todos los
demás en grupos de cuatro, los tres primeros, y de tres el
último. Al H. Rafí le tocó el grupo del P. Puig y
los HH. Clavería y Solé. La saca tenía como fin
llevarlos a fusilar.
En la Partida civil de defunción se atesta que el H. Rafí
falleció en Tarrasa el cinco de septiembre de 1936 y su
cadáver fue encontrado en la carretera de Castellar,
término municipal de esta ciudad, a consecuencia de una
hemorragia cerebral. Fue sepultado en el cementerio de esa
ciudad.ç