BEATO JUAN DESCALZO
14 de diciembre
1349 d.C.
Nació en la diócesis de Saint-Paul de Lon en
Bretaña (Francia). Su “apellido” se debe al hecho de que antes
de ser franciscano, por espíritu de pobreza y
mortificación, iba siempre con los pies descalzo; también
su casa se la conocía como la del “descalzado”.
Pasó su
juventud dedicado a las obras de caridad y su espíritu religioso
y de entrega al Señor le hizo abrazar la vida
eclesiástica y fue ordenado sacerdote, fue párroco y
canónico en la diócesis de Rennes. Durante 13 años
trabajó con ahinco entre sus feligreses y dicesanos; como era un
hombre de vida austerísima de penitencia y de pobreza,
ingresó en los franciscanos de la provincia de Tours, donde
pasó 30 años siendo un gran ejemplo de virtud como
confesor y director de almas.
Tuvo una
predilección especial por los enfermos y los pobres; era tanta
su entrega y generosidad por los indigentes que fue llamado “bursarius
paperum”. Contagiado de peste negra como angel consolador de tantos
infelices, que murió en el convento de Santa María
Magdalena de Quimper en Bretaña, convento que se
benefició de su santidad y dones taumatúrgicos.
Fue enterrado en la iglesia aneja del convento, en la capilla de San
Antonio, gracias y milagros confirman su santidad. A su sepulcro acuden
especialmente los enfermos con dolor de cabeza, obteniendo de él
ayuda y curaciones. Lo conmemora el Martirologio
Franciscano, y su culto inmemorial está en curso en la
Sagrada Congregación de Ritos.