SAN JUAN DE BREBEUF
1794 d.C.
19 de octubre

 

   Los sacerdotes Antonio Daniel, Giovanni De Brébeuf, Gabriele Lalement, Carlo Garnier, Christmas Chabanel, fueron martirizados el primero en 1648 y los otros en 1649, en el actual Canadá, habitado por los urones; el hermano coadjutor Renato Goupil en 1642, el sacerdote Isacco Jogues y el otro hermano coadjutor Giovanni de LaLande el 18 de octubre de 1647 tomaron Auriesville, en el estado actual de Nueva York, entonces habitada por los iroqueses. Todos ellos eran de la Compañía de Jesús.

Juan de Brébeuf (Juan de Brébeuf, 1593-1649) fue el primer misionero jesuita entre los hurones (1626) y llegó a dominar la lengua india. Fundó puestos de misión, convirtió miles de almas a la fe y movió a muchos jesuitas a ofrecerse para las misiones de la Nueva Francia. Voluminoso de cuerpo, de carácter amable, con un corazón de gigante, se le llegó a conocer como el apóstol de los hurones.

Había nacido en Normandía, y entró en la Compañía al acabar los estudios universitarios. Con espíritu de humildad, solicitó ser hermano, pero su superior le convenció de estudiar para sacerdote. Enseñó en un colegio en Rouen y a continuación fue ordenado sacerdote el 19 de febrero de 1622. Ese mismo año le hicieron administrador del colegio. Dos años después aquel enorme y duro jesuita decidió responder a la llamada de los franciscanos recoletos que pedían ayuda a otras órdenes religiosas para evangelizar a los nativos de América del Norte.

El 19 de octubre de 1625 llegaba Brébeuf a Quebec Junto con otros cuatro compañeros jesuitas. A la espera de los hurones, Brébeuf se unió a un grupo de Montagnais en una expedición de caza que duró desde octubre hasta marzo siguiente. El joven jesuita francés aprendió pronto a adaptarse al modo de viajar y de comer de los nativos.

Al llegar el verano llegó a Cap de la Victoire un grupo de hurones para hacer trueques de diversas mercancías. Brébeuf, otro jesuita y un franciscano salieron recibirlos y pidieron acompañarles de vuelta a sus poblados. Los hurones aceptaban con gusto a los otros dos, pero no a Brébeuf, que sacaba a todos la cabeza y era demasiado voluminoso para sus canoas; les parecía un esfuerzo excesivo. Los misioneros les ofrecieron regalos hasta vencer sus reparos, consiguiendo que aceptaran a Brébeuf en una canoa a condición de que no se moviese. El 26 de julio de 1626 iniciaba Brébeuf su camino hacia la Huronia. Cuando llegaron donde había cascadas u otros accidentes que obligaban a trasportar las canoas y la impedimenta por tierra, comenzaron a admirar la enorme fuerza de Brébeuf. Le llamaban “Echon” (“el hombre que lleva el peso”).

El grupo llegó a Huronia a fines de agosto, y los misioneros se establecieron en Toanché, un poblado del Clan del Oso de la nación hurona. Lo primero que hizo Brébeuf fue aprender la lengua, dedicando dos años a su estudio y al de las costumbres y creencias de aquella gente. Tenía facilidad para las lenguas y escribió una gramática de lengua hurón, tradujo un catecismo y preparó un libro de construcciones verbales. Su éxito con la lengua no repercutió en una mayor conversión de adultos; los únicos conversos que tuvo a lo largo del invierno de 1628 fueron los moribundos que bautizaba.

Los esfuerzos misioneros de Brébeuf se vieron interrumpidos cuando fue enviado de nuevo a Europa al fin de la guerra entre Francia e Inglaterra. Debido a que el bloqueo decretado por los ingleses impedía que los franceses reabastecieran la colonia, Brébeuf tomó 20 canoas, las cargó de grano y las llevó a Quebec el 17 de julio de 1629. Dos días después de su llegada se rendían los franceses y él era repatriado a Francia con otros misioneros.

Durante dos años Brébeuf retomó el trabajo del colegio de Rouen, pero volvió lo antes que le fue posible a Canadá, en cuando éste fue restituido a Francia tras un tratado con Inglaterra. Llegó a Canadá en mayo de 1633, pero no volvió a Huronia antes del verano siguiente, cuando los hurones vinieron con una pequeña flotilla de 11 canoas, y no en una normal de más de cien. Habían padecido una epidemia, y no estaban dispuestos a cargar con misioneros hasta su poblado. Pero Brébeuf y el P. Antonio Daniel les convencieron. Durante la marcha les dieron hospitalidad manteniéndoles aparte, pero ya se encontraron con los hurones en un poblado llamado Taendeuiata. Éstos se felicitaron por el retorno de Brébeuf, encantados de que hubiera mantenido su palabra de volver. Los jesuitas construyeron una cabaña a la salida del poblado, para albergar a los tres sacerdotes y los cinco ayudantes seglares que constituían la comunidad de la misión. Brébeuf enseñó a los demás la lengua y costumbres de los horones. Por fin en 1635, junto con Daniel comenzó el trabajo misionero, trabajando con niños durante el día y con adultos por la noche. Tras un año de duro trabajo habían bautizado doce personas, cuatro niños y ocho adultos en el momento de la muerte.

El cristianismo y la religión nativa entraron en una competición que se convirtió en parte de la vida diaria. Cuando la sequía afligía los campos, los jefes de la religión local echaban la culpa al crucifijo de la cabaña de los jesuitas; éstos respondían con una novena y una procesión en torno al poblado. Si llovía los jesuitas daban la interpretación de que era en respuesta a sus oraciones. Cuando llegó el P. Isaac Jogues en 1636, se propagó entre los jesuitas y sus ayudantes una epidemia de viruela, que se extendió luego entre los hurones. La epidemia duró un invierno; en ese tiempo los jesuitas bautizaron más de mil personas, todas a punto de muerte. Algunos horones acusaban a los jesuitas de haber provocado la epidemia para tener conversiones. Cuando Brébeuf comenzó una misión en Ossossané los jefes del poblado de acusaron de la enfermedad que merodeaba por allí, y decidieron que debía morir. Y un consejo de la nación hurona reunido el 15 de marzo de 1640 decidió que lo mismo debía hacerse con todos los misioneros jesuitas.

Entonces Brébeuf se trasladó al puesto central de Sainte-Marie, y comenzó a trabajar con otra tribu, pero se vio obligado a huir a Quebec al ser acusado de confabular con el “clan seneca” de los iroqueses, enemigos de los hurones, y de traicionar a éstos. Entre junio de 1641 y agosto de1644 Brébeuf tomó a su cargo el aprovisionamiento de la misión. Pudo por fin volver a Sainte-Marie, pero el peligro por parte de los iroqueses aumentaba. Habían martirizado ya a los PP. Isaac Jogues y Antonio Daniel. El septiembre de 1648 se unió a la misión el P. Gabriel Lalemant. El 15 de marzo de 1649 éste dejó Sainte-Marie junto con Brébeuf, para recorrer las misiones durante una semana y durmieron en el poblado de Saint Louis. Los iroqueses atacaron esa noche un poblado vecino, de modo que los hurones mandaron a sus mujeres y sus niños a refugiarse en el bosque. Los dos jesuitas decidieron quedarse con los hombres, que eran casi todos cristianos. Al anochecer del día siguiente los iroqueses eran una nube sobre la empalizada y cogieron presos a los hurones que quedaban. Un hurón renegado, que formaba parte de los atacantes, dio a conocer a los iroqueses que habían capturado al fuerte “Echon”, el más poderoso de los hechiceros jesuitas.

Tras algunas torturas preliminares, obligaron a los prisioneros, jesuitas y horones, A correr desnudos sobre la nieve, hasta un poblado vecino donde otros les esperaban. Los prisioneros tuvieron que correr entre dos filas que les golpeaban. A los jesuitas les llevaron luego hasta dos postes donde habían de recibir muerte. Pero antes pusieron al cuello de Brébeuf un collar de hachas al rojo. Como no pedía clemencia, le cubrieron con corteza resinosa y la prendieron fuego. Aún seguía animando a sus compañeros cristianos a ser fuertes. Le cortaron entonces la nariz y le introdujeron un hierro caliente por la garganta para hacerle callar; vertieron agua hirviendo sobre su cabeza haciendo burla del bautismo, le cortaron la cabellera, le cortaron los pies y le arrancaron el corazón. Tenía 46 años y había pasado 20 en la Nueva Francia.
 

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(Parroquia San Martín de Porres)