JUAN XII
955-963 d.C.



   Fue lo que sucedió. A los veinte años de edad, el conde Octaviano fue elegido Papa con el nombre de Juan XII. Fue una figura de triste recuerdo. Educado como un aristócrata, se dedicó más a la caza y a los placeres del cuerpo que a los problemas del espíritu y de la Iglesia. Mientras tanto, el movimiento reformador de Cluny seguía su tarea y la Iglesia pudo resucitar desde la sima de la decadencia.

   Amenazado por Berengario, Juan llamó en su ayuda a Otón, que pasó los Alpes en 961, y el 2 de febrero de 962 fue coronado emperador por el Papa en la Basílica Vaticana. El Papa y el emperador firmaron un concordato, conocido como "privilegio de Otón" (privilegium Ottonis), que precisaba las atribuciones de los dos soberanos. Fueron aumentadas las donaciones eclesiásticas y fortalecidas las garabtías acerca de la seguridad de la elección pontifical. Ningún Papa podía ser consagrado antes que los embajadores del emperador hubieran averidguado las condiciones en que se habían realizado las elecciones.  Resultaba evidente que no era intención del emperador transformar al Papa en un soberano italiano, ya que los mismos alemanes pensaban apoderarse de la península y reinar sobre ella. Pocos se dieron cuenta en aquel momento de las tragedias que esta intención iba a traer sobre el futuro de Italia. Sin embargo, la entronización y unción de Otón y la firma del provilegium fueron consideradas por muchos como "el comienzo de una era mejor". Fue entonces cuando nació el Sacro Imperio Romano Germánico, título que sobrevivió hasta que Napoléon I lo suprimió en 1806.

   Cuando Otón se alejó de Roma, Juan se arrepintió de sus liberalidades y se alió con Berengario y Adalberto de Ivrea, formando una coalición europea contra el emperador. Pero éste se encontraba todavía en Italia, volvió a Roma, convocó un sínodo en San Pedro, acusó y condenó a Juan, que había huido, y eligió nuevo Papa en la persona de León VIII. Cuando el emperador abandonó la Ciudad Eterna, Juan XII volvió otra vez y se vengó cruelmente de sus adversarios. León VIII pudo escapar. Juan falleció poco después, antes de que Otón volviese a Roma para castigarle.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)