BEATA JOSEFINA NICOLI
31 de diciembre
1924 d.C.
Nació en Casatisma (Pavía, Italia) en el seno de una
familia de clase media. Estudió magisterio en Pavía. Su
deseo secreto, que la impulsó a realizar estos estudios, era el
dedicarse a la educación de los niños pobres en un tiempo
en el que era muy alto el porcentaje de analfabetismo. Este deseo fue
madurando, sobre todo, a través del dolor, que visitó a
su familia con la muerte de algunos de sus hermanos.
En 1883 ingresó
en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente
de Paúl, en Turín. En 1885 fue trasladada a
Cerdeña, donde enseñó en el “Conservatorio de la
Providencia” de Cágliari. La experiencia educativa entre
niñas pobres la marcó de forma especial. En 1886 se
originó una peste en la ciudad y nuestra beata en sus horas
libres, junto con otras compañeras del conservatorio, crearon
las “cocinas económicas” al servicio de los muchachos
abandonados de la ciudad, donde también se les
enseñó el catecismo. Más tarde organizó a
estos chicos en una asociación llamada “Los Luisitos”,
estimuléndolos a vivir en actitud de ayuda fraterna y
educándolos en una sana sociabilidad que, a muchos de ellos, les
condujo a cambiar de vida.
En 1889 fue trasladada
al orfanato de Sássari. También allí
desarrolló un émplio proyecto apostólico,
organizando diversas instituciones orientadas siempre al servicio de
los más pobres. Creó la “Escuela de religión” para
las jóvenes universitarias. Tuvo que sufrir a la
masonería que trataba de debilitar la presencia de los
católicos en la ciudad.
Después de una
estancia en Turín, donde fue Directora de la casa de
formación, regresó, en 1914, a Cágliari para
reponerse de una tuberculosis. Una serie de malentendidos y falsos
testimonios por parte de la administración del orfanato
obligaron a sus superioras a trasladarlas nuevamente. Sor Josefina
aceptó en silencio la humillación más grande que
pudieron hacerle: la declaración incapaz de administrar el
orfanato. Ante esta situación se repetía a sí
misma: “Josefina, esto te viene muy bien. Aprende a ser humilde”. La
Providencia la condujo en la última etapa de su vida al Asilo de
la Marina, en Cágliari.
Fundó la
primera sección en Italia de la “Pequeña obra de Luisa de
Marillac”. Formó también un grupo de Acción
Católica femenina. Pero a quienes dedicó gran parte de
sus iniciativas apostólicas fueron para los “niños de la
cesta”. Era un grupo numeroso que vagaba por la ciudad, sobre todo en
las cercanías del mercado de la ciudad, llevando una cesta; y se
ganaban el sustento llevando equipajes de la estación al puerto.
La caridad fue la norma de su vida. En el último año de
su vida fue, de nuevo, calumniada por un funcionario del asilo, ella
calló, y el testimonio de su vida llevó al funcionario
difamador a su lecho de muerte a pedirle su perdón, como
así hizo. Murió en Cágliari de una
bronco-pulmonía. Fue beatificada por Benedicto XVI el 3 de
febrero de 2008.