BEATO JACOPONE DE TODI
25 de diciembre
1306 d.C.
Nació en Todi, Umbría, en el seno de la noble familia de
los Benedetti. Estudiante de Derecho en Bolonia, abogado excelente y
estimado. Tenía 40 años y era rico y respetado, cuando se
casó (c. 1267), por amor, con la joven y bellísima Vanna
di Guidone, con la que vivió solamente un año. Durante un
baile, después de una fiesta nupcial, el palco se cayó, y
Vanna murió por las heridas. Sobre el cuerpo de la mujer amada,
descubrió un áspero cilicio, aquella muerte, aquel
descubrimiento, lo cambiaron.
Donó todo lo
que tenía a los pobres y vivió como una bestia. Quiso ser
objeto de risa y de desprecio del mundo. Se comportó como un
loco, y loco fue juzgado y creído; pero de aquella locura
nació un nuevo amor por Cristo y los hombres. Durante diez
años llevó esa existencia de penitente público.
En 1278, vencidos
algunos naturales escrúpulos por parte de los frailes, Iacopone
fue admitido entre los franciscanos de San Fortunato, en Todi, como
hermano lego. Se afirma que eligió aquel estado por humildad.
Tal vez haya sido así, pero no hay duda de que Iacopone se
sentía inclinado a pertenecer al grupo más estricto de
los franciscanos, el de los espirituales, quienes consideraban que san
Francisco había deseado que sus frailes se ordenasen para el
sacerdocio sólo por excepción. Durante doce años,
permaneció el hermano Iacopone en el convento de Todi y, a
medida que recuperaba el equilibrio de sus facultades mentales,
producía más y más poemas líricos y cantos,
cada vez de mejor calidad, en el dialecto de Umbría.
Sus composiciones
alcanzaron popularidad. Eran alabanzas de profundo contenido religioso
y místico que llegaron a ser adoptadas por los "flagelantes" y
otras cofradías penitenciales para cantarlas en público.
Las composiciones se prestaban para expresar jubilus franciscano, pero
el hermano Iacopone era cándido y poco dado al exhibicionismo y
a la hilaridad. Sin embargo, con frecuencia se veía envuelto en
dificultades con sus hermanos en el convento de San Fortunato y, tal
vez por eso, se convirtió en una figura cada vez más
notable entre los espirituales. Los beatos Conrado de Offida y Pedro de
Treia eran sus amigos personales. Iacopone se encontraba entre los
frailes que, en 1294, solicitaron al Papa san Celestino V el permiso de
vivir a parte de la comunidad, pero a las pocas semanas de recibida la
petición, Celestino renunció y el cardenal Gaetani,
opositor de los espirituales, fue el pontífice Bonifacio VIII.
En 1297, se produjo la
ruptura entre el Papa y los cardenales Colonna, y Iacopone fue uno de
los tres franciscanos que colaboraron en la redacción del
manifiesto donde se afirmaba que Bonifacio VIII había sido
electo en forma ilegítima. Desde entonces, el hermano Iacopone
se convirtió en el propagandista literario de los cardenales
Colonna y escribió un famoso y rudo ataque al Papa. Podemos
decir que Iaccopone se opuso al Papa con toda buena fe. Sin contar a
los partidaristas, había gran número de gentes que
participaban de la idea de que la abdicación de san Celestino V
había ido contra los cánones. Cuando las fuerzas del Papa
se adueñaron de Palestrina, la fortaleza de los Colonna, el
hermano Jacopone fue excomulgado, aprehendido y encarcelado en un
horrible calabozo durante cinco años. Ni siquiera en el
año jubilar de 1300 se le concedió la libertad. Durante
sus años de cárcel, compuso algunos de sus más
hermosos poemas, así como varias de sus obras más
agresivas, satíricas y agudas, en curioso contraste con la
unción conmovedora de las primeras.
A Iacopone se le
conoce también mucho como el supuesto autor del famoso himno “Stabat
Mater dolorosa”, pero no hay certidumbre de que él lo haya
escrito. También se le acredita la composición de otro
himno menos conocido, que algunos críticos califican de parodia,
titulado “Stabat Mater speciosa”.
A
la muerte de Bonifacio VIII, a fines de 1303, el hermano Iacopone
quedó en libertad y se le levantó la excomunión y
se fue a vivir primero, como ermitaño, cerca de Orvieto y,
después, a un convento de Clarisas Pobres, en Collazzone, entre
Todi y Perugia. Ahí murió. El beato Juan de Alvernia le
administró los últimos sacramentos, y se han hecho
relatos conmovedores pero contradictorios sobre sus últimos
momentos. En 1433, se trasladaron sus reliquias a la iglesia de San
Fortunato en Todi. Su festividad la celebran los franciscanos.