BEATO JACOBO CAPOCCI
12 de diciembre
1308 d.C.
Nació en Viterbo y descendía de la noble familia de los
Capocci. Entró muy joven en el convento de los eremitas de San
Agustín en Viterbo en 1272. Se hizo notar por sus dotes de
estudio y de pensador y por esto fue enviado a completar sus estudios a
París donde enseñaba santo Tomás de Aquino. No
siguió la doctrina escolástica tomista sino la de Egido
Romano y fue el crítico teológico de Tomás, sin
llegar a la aspereza, sino simplemente desde el mero campo intelectual.
De regreso a su patria
en el 1281-82, desempeñó en un primer momento el cargo de
definidor de la Provincia romana en 1283, de visitador en 1284 y luego
nuevamente de definidor en 1285, ejerciendo mientras tanto
también, con toda probabilidad, las funciones de lector en
conventos de la misma Provincia. En 1286 volvió a París
para continuar los estudios teológicos, consiguiendo el
bachillerato en 1288 y, al final del prescrito aprendizaje, el
doctorado en la pascua de 1293. Se le llamó "Doctor
especulativo". Por designación de Egidio Romano, electo Prior
general de la Orden, fue nombrado en el mismo año maestro
regente del estudio parisiense, permaneciendo en este cargo hasta 1299.
De nuevo en Italia en 1300, enseñó durante dos
años en el estudio de Nápoles, ocupación que tuvo
que dejar al ser nombrado arzobispo de Benevento por Bonifacio VIII el
3 de setiembre de 1302. El 6 o el 12 de diciembre siguiente fue
trasladado a la sede de Nápoles, donde, pastor verdaderamente
celoso, supo ganarse la estima y el afecto del rey Carlos II de Anjou y
de su hijo Roberto, duque de Calabria, quien le ayudó en la
construcción de la nueva catedral.
El 13 de mayo de 1306 comenzó a interesarse por la causa de
canonización del santo pontífice san Celestino V, encargo
que le fue confiado expresamente por Clemente V, y en la que puso el
máximo empeño, yendo personalmente a recoger testimonios
en aquellos lugares dónde el ermitaño Pedro de Morrone
había llevado su vida penitente; y en esta actividad
continuó hasta la muerte, en olor de santidad, ocurrida en
Nápoles. Su culto fue confirmado en 1911 por San Pío
X.