BEATO JACOBO VARINGUER DE ZARA
27 de abril
1490 d.C.



   Nació en Dalmacia (de ahí el sobrenombre de Ilírico), más probablemente en Zara (según otros en Estridonio), hijo de Leonardo y Beatriz Varinguer.  De unos veinte años de edad entró a la Orden de los Hermanos Menores en Zara, en calidad de hermano religioso. En 1438 acompañó a Italia a su provincial; al llegar a Bari, pidió y obtuvo el poder permanecer en dicha provincia. 

   Vivió doce años en diversos conventos y luego fue destinado a Bitetto, donde, salvo breves temporadas, permaneció hasta su muerte, por lo cual se le apoda también de Bitetto. Ejercitó principalmente el oficio de limosnero, y de esta forma ejerció un fructuoso apostolado; se distinguió por su caridad heroica durante la peste de 1482.  Obró prodigios, algunos de ellos un tanto extraños. 

   Los habitantes de la Apulia del siglo XV, durante 40 años vieron y admiraron al humilde penitente fray Jaime recorrer sus caminos, tocar de puerta en puerta, para pedir la limosna en el nombre del Señor y dar a cambio una palabra de aliento que brotaba de su gran corazón rebosante de caridad divina. El nombre de nuestro beato ha permanecido ligado a la gruta de nuestra Señora llamada "La Bendita", no muy lejos del convento. Enamoradísimo de la Virgen, pasaba largas horas en oración ante la imagen de María; muchas veces fue visto en éxtasis.

   Dotado de espíritu profético, predijo muchas cosas que luego se cumplieron, entre ellas la curación o la muerte de personas enfermas que recurrían a él. Estos y muchos otros hechos prodigiosos glorificaron la santidad del humilde hermano limosnero y cocinero, quien en su vida nada buscó, nada pidió, nada amó sino a Dios.

   Era ya muy anciano y su cuerpo estaba desgastado por las prolongadas penitencias. En los últimos años tenía que ayudarse con el bastón para sostenerse en pie. Finalmente vino la hermana muerte a invitarlo al reposo eterno. Siempre había vivido en el silencio y en la humildad y así su muerte fue rodeada de oración y de silencio. Una antigua pintura lo representa recostado en la dura estera, rodeado de sus cohermanos y de los fieles llorando. El rostro del moribundo está rodeado de una misteriosa luz. Tenía 90 años. Clemente XI confirmó su culto en 1700.

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(Parroquia San Martín de Porres)