BEATO JACOBO BURIN
1794 d.C.
17 de octubre
En la región de Laval, también en Francia,
Beato Jacobo Burin, presbítero y mártir, que durante la
Revolución Francesa ejerció su ministerio pastoral a
escondidas, debiendo pasar de casa en casa, hasta que fue fusilado
mientras sostenía en sus manos el cáliz.
Nació en Vermon. Estudió en Le Mans y fue
ordenado sacerdote en 1780. Primero fue enviado como vicario a Lammay,
en el antiguo deanato de La Ferté-Mace, donde se
distinguió por sus virtudes sacerdotales y su interés por
el estudio. Esto le granjeó el afecto de su obispo que lo
nombró párroco de Saint Martin-de-Connée en 1787.
Ejerció su ministerio con tanto celo y caridad que dejó
un recuerdo admirable. Predicador extraordinario, transmitió con
gran convicción la palabra divina, y puso especial empeño
en catequizar a los niños. Tuvo dos vicarios que trabajaron con
él con una gran sintonía. Había en la parroquia un
gran número de pobres a los cuales se les dedicó toda la
atención.
Se negó a prestar el juramento a la
Constitución Civil del Clero, que había formulado los
revolucionarios franceses, pues si bien prestó juramento de
fidelidad a la nación, la ley y el rey, dejó escrito un
texto en el que se negaba a ir en contra del papa. Por eso cuando
recibió la bula del papa Pío VI, se la leyó a sus
fieles y dejó claro que el se apartaba del juramento hecho
anteriormente. Fue denunciado, encarcelado una breve temporada y
juzgado, y por ello se le destituyó de su parroquia y desterrado
de la misma.
Cuando en 1792 les obligaron a jurar la
Constitución, sino serían deportados, Burín
eligió la clandestinidad. Vestido de vendedor ambulante y con el
falso nombre de Sebastián recorrió las parroquias de
Saint George-sur-Erve, Saint Thomas-de-Courceriers, Trana,
Champgeneteux, Villaines, Loupfougères y la suya propia,
atendiendo espiritualmente a los fieles que se negaban a comulgar con
los sacerdotes juramentados. Así estuvo durante dos años,
hasta que una señorita de apellido Lemaire dijo que se
quería confesar con un sacerdote ortodoxo y, pensando que se
trataba de una revolucionaria conversa, se avisó al abate Burin.
Éste acudió a Petit-Coudray de Champgeneteux, donde le
esperaba un grupo del furibundo escuadrón móvil de
Ëvron. Se le avisó de la traición, pero uno de los
soldados le disparó, cayó al suelo y allí lo
remataron. El verdugo, besó su fusil, satisfecho de su buena
puntería. Está enterrado en su parroquia de Saint
Martín-de-Connée.