BEATO JACINTO CORMIER
17 de diciembre
1916 d.C.
Luis
Enrique Cormier nació en Orleans,
Francia, en el seno de una familia de comerciantes. Estudió en
el colegio de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas y, después en el
seminario menor y
mayor de Orleans. En este periodo hizo voto privado de los tres
consejos
evangélicos y se inscribió en la Tercera Orden
Dominicana. Cuando quiso
ingresar en los dominicos, se le dijo que “carecía de
vocación; o la tenía
inmadura”. No se dejó disuadir de tan áspero juicio y
persistió en su deseo
hasta que lo consiguió, incluso obtuvo dispensa para ordenarse
sacerdote antes de
la edad en 1856.
El joven sacerdote se fue al noviciado
dominico de Flavigny, y cuando tomó el hábito
cambió su nombre por el de
Jacinto María. Tuvo problemas de salud, y se temió que no
terminara el
noviciado, entonces decidieron sus superiores cambiarle de aires y lo
trasladaron al convento de La Quercia en Viterbo, Italia, donde
llegó a ser
maestro de novicios; pasó después con el mismo cargo al
convento de Santa
Sabina de Roma. Realizó su profesión solemne en 1859.
Recibió el nombramiento
de pro-maestro de novicios del convento; dos años después
pasó a Corbara,
Córcega, donde en 1861 fue nombrado prior. En 1865 fue nombrado
provincial de
Toulouse durante tres veces. También fue prior en el convento de
Marsella, de
Toulouse y en Saint-Maximin, Provenza. Estuvo unos meses en Biarritz
para
iniciar una nueva fundación. Tuvo también su parte en la
fundación dominicana
del Brasil.
En 1896 fue nombrado
Procurador general de la Orden, con sede en Roma. En 1904 fue nombrado
Maestro
General de la Orden. Visitó las provincias de Italia, Austria,
Holanda y
Alemania. Restauró varias provincias como la de Colombia,
Aragón, y creó otras
nuevas: Canadá, California. Durante toda su vida se
dedicó a dos ocupaciones:
la oración y el estudio. Con este fin edificó el nuevo
Colegio internacional
del Angelicum para la Curia en 1909, con la ayuda de san Pío X,
que se
convertiré en el la Pontificia Universidad de Santo Tomás
de Aquino. Escribió “Instrucción
para los novicios”, “Retiros mensuales”, “Retiro fundamental”,
“Proyectos y notas para tres retiros progresivos”; también
escribió
varias vidas de santos. Se preocupó de manera especial de la
Escuela Bíblica de
Jerusalén, fundada por el padre José María
Lagrange. Los varios Pontífices que
conoció, le tuvieron en gran estima. Fue amante de la pobreza,
humilde,
penitente, amante del silencio, y ante las dificultades que tuvo se
puso
siempre en manos de la Providencia. Murió en el convento de San
Clemente de
Roma, de una úlcera sangrante. Su memoria se celebra con la
fecha de su elección
como Maestro de la Orden. Fue beatificado por Juan Pablo II el 20
de
noviembre de 1994.