BEATO IGNACIO CHOE IN-CHEOL
2 de julio
1801 d.C.



   Nació en Seúl, en fecha desconocida, en la familia de un intérprete. Su hermano mayor el beato Matías Choe In-gil le enseñó el catecismo. Junto a él fue arrestado, por primera vez, durante la persecución Sinhae en 1791; se le permitió regresar a su casa, por tres día, con el fin de que apostatase. Su madre y sus hermanos, le suplicaron llorando que salvara su vida. Ignacio, se dejó convencer y se presentó ante el Ministerio de Justicia para decir: «No creo en la religión católica» pero añadió «aunque fuera condenado a muerte, no puedo decir que la religión católica sea una religión malvada».

   Nada más llegar a su casa, comprendió su error y puso más intensidad en su vida de fe, uniéndose a su hermano en la ayuda a los cristianos más perseguidos, como el padre Santiago Zhou Wen-mo, y por ayudarle a escapar, Matías sufrió el martirio el 28 de junio de 1795. Ignacio asumió, de cierta manera, la herencia de su hermano mártir, y fue uno de los responsables de la Iglesia coreana, participando activamente en su expansión. Quemó las tablillas para los ritos hacía los ancestros, este mismo gesto le costó la vida al beato Pablo Yun Ji-chung. Cada vez que el padre Santiago estaba a punto de ser detenido, hacía todo los posible para buscarle una vía de escape.

   Cuando estalló la persecución Shinyu, nuestro beato se refugió en casa de una tía, donde fue arrestado. Sufrió numerosos interrogatorios y muchos tipos de tortura en el cuartel general de la policía de Seúl y en el Ministerio de Justicia, pero siempre permaneció incólume en su fe: «Aunque fuera ejecutado, no abandonaré jamás mi religión católica». No sólo no se retracto, sino que les explicaba como en sus enseñanzas del cristianismo se alcanzaba la salvación eterna.

   El Ministerio le condenó a muerte en base a cinco acusaciones: infligir su promesa de no creer en el catolicismo; seguir creyendo en el catolicismo cuando su hermano murió; haber dedicado su vida a difundir las enseñanzas católicas junto a sus compañeros; haber declarado que la doctrina católica era grandiosa hasta en el cuartel general de la policía; haber invitado a venir a Corea al padre Santiago Zhou y además haberlo servido. De esta forma fue decapitado con sus siete compañeros en la Pequeña Puerta Occidental de Seúl.

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(Parroquia San Martín de Porres)