BEATO FRANCISCO JAVIER SURRIBAS DOT
1936 d.C.
26 de julio

Nació el 7 de noviembre de 1909 en Torelló (Barcelona)

Profesó el 11 de febrero de 1926

Sacerdote el 21 de mayo de 1932

Fusilado el 26 de julio de 1936 en Lérida

 

El P. Francisco Javier Surribas nació el 11 de noviembre de 1909 en Torelló, provincia de Barcelona. Sus padres fueron D. Jaime Surribas, comerciante, y Dª. María Dot, que tuvieron tres hijos, de los que los dos varones fueron Misioneros Claretianos, el mayor, P. Luis[1] y el menor Francisco Javier, quedando en casa la hija.

Fue bautizado solemnemente en la iglesia parroquial de San Feliu de Torelló, de la diócesis de Vich, por el vicario al día siguiente de nacer. En la misma parroquia fue confirmado el 6 de febrero de 1911 por el Exc.mo José Torras y Bages, Obispo de Vic.

En 1920 entró en el postulantado de Vich, siendo su prefecto el P. Jaime Girón. Allí cursó los tres primeros años de Humanidades con notable aprovechamiento, pues para el último se trasladó en 1924 a Cervera, donde se encontró con su hermano mayor. En las cartas que entonces escribía a su madre y hermana indicaba que se sentía muy a gusto y contento en el seminario.

Inició el noviciado el 10 de febrero de 1925 en Cervera con la toma de hábito y lo concluyó en Vic, al final del año de prueba, con la profesión el 11 de febrero de 1926. Su maestro de novicios fue el P. Ramón Ribera.

Al día siguiente de la profesión llegó a Solsona con sus compañeros para estudiar la filosofía. En carta que escribió a su madre el 28de noviembre de 1926 confirmaba que le resulta fácil el estudio de la filosofía.

En 1928 pasó a Cervera para cursar la teología. En el mes de junio del año siguiente recibió la primera tonsura y las cuatro órdenes menores en Cervera de manos del Exc.mo Ramón Font, Obispo de Tarija, Bolivia. En 1931 se trasladó a Tarragona para cursar la teología moral y el derecho porque el clima era favorable a su salud, pero al poco tiempo volvió a Cervera. Aquí recibió el subdiaconado el 24 de enero de 1931 de manos del Exc.mo Valentín Comellas, Administrador apostólico de Solsona. En el mismo lugar, el 3 de abril de ese año recibió el diaconado de manos del Exc.mo Nicanor Mutiloa, Administrador apostólico de Barbastro. El día 20 de mayo siguiente se trasladó de Cervera a Solsona para recibir il presbiterado al día siguiente, 21, de manos del Obispo Valentín Comellas. Consiguió que le permitieran ir a su pueblo a predicar y celebrar la Misa en dos días seguidos.

A mitad de agosto de 1933 se trasladó a Aranda de Duero para realizar el curso de preparación al ministerio. ¡El viaje duró 20 horas! Un viaje con muchos cambios de trenes de diversas líneas, siendo la última la de Ariza-Valladolid. En febrero de 1934 escribió al Superior General ofreciéndose para ir a las misiones chinas.

Terminado el curso de preparación y de sermones, fue destinado a la casa de Sallent, a donde llegó el 23 de junio de 1934. Este destino era interino, y tanto, pues a los dos meses fue enviado a la Selva del Campo, como predicador. Pero antes de asentarse, el 4 de septiembre de ese año recibió un nuevo destino a Cervera como maestro de los niños externos. Pero en enero de 1935 fue mandado de nuevo a la Selva del Campo con el cargo de organista y predicador. Ejerció una gran actividad apostólica por los pueblos de la comarca con gran celo apostólico.

Dispersión de la comunidad de La Selva del Campo, huida y martirio

En consideración de la situación política cada vez confusa y peligrosa, en la comunidad de la Selva del Campo preveían «un asalto de la horda, por lo cual ya de antemano habían puesto a salvo las cosas de más peligro.

Recibidas noticias muy alarmantes, de uno de los vecinos de la población, el que hacía las veces de Superior dispuso que en pequeños grupos, nos fuéramos refugiando en diversas casas de los alrededores de la población».

El día 21 de julio de 1936 todos los Padres y Hermanos debieron salir de la casa porque les  habían avisado de que iban a asaltar la iglesia y al llegar la noche ya la habían incendiado.

El P. Surribas junto con los Estudiantes Miguel Bertolín y Juan Costa pasaron esa noche en una cabaña de los alrededores de la Selva. A la mañana siguiente pensaron dirigirse a Reus, deteniéndose en el pequeño pueblo de Almoster, donde fueron muy bien acogidos por el párroco. Pero los tres Misioneros advirtieron que una turba de jóvenes libertarios venía para prenderlos y tuvieron que escapar. El P. Surribas tomó el Santísimo Sacramento de la iglesia y con sus compañeros se dirigió al monte vecino, donde permanecieron hasta el día 24, escondidos en una cabaña, no muy lejana. El izquierdista, dueño de la cabaña, les dijo que no les podía tener por más tiempo:

Si a Vds. les matan se van al cielo, pero si por amparar a Vds. me matan a mí, ¿qué será de mi familia?

Caminaron durante todo el día 24 hacia los montes de Prades, donde pasaron la noche y comulgaron por última vez, porque se les acabaron las Formas. Fueron a la Riba donde Juan Costa pudo sacar billete. Uno del Comité acompañó al P. Surribas y Bertolín a  Picamoixons, donde fueron acogidos muy bien por el presidente del Comité, quien les dio comida y ropa y les señaló una cabaña donde pasar la noche, prometiéndoles billete para el día siguiente. El presidente cumplió su palabra y a las ocho de la mañana del día 26 tomaron el tren para Lérida, aunque el P. Surribas podría tomar el tren hacia Vich, que era su patria, pero no lo hizo por no abandonar al Estudiante Miguel Bertolín, pues quería correr la misma suerte. Ya en la estación un ferroviario les avisó de que se les notaba que eran sacerdotes o algo así y les advirtió que se separaran al llegar a Lérida. A pesar de ello, al descender del tren separadamente, se levantó un gran murmullo entre la multitud que esperaba. Al Estudiante Miguel Bertolín le levantaron la boina para ver si llevaba la corona clerical y, como la tenía disimulada, después de mirarle las manos que ya estaban algo encallecidas por los días del bosque, le condujeron a la Generalidad y de allí a la cárcel[2].

En esa estación el  P. Surribas intentó sacar billete para Barcelona, pero le exigieron el pase, que no tenía y le indicaron que fuera a la ciudad a por él. Al salir de la estación, en la plaza Berenguer IV le quitaron la boina descubriéndole la corona de Sacerdote y le pidieron los documentos. Entonces fueron acorralándole y dos hombres armados le conducían brazos en alto hasta una pared y en la misma puerta de la Fonda de las Cuatro Naciones uno de los milicianos sin más requisitos sacó la pistola y comenzó a gritar:

Apártense, apártense, para que los curiosos se apartasen y así poder actuar con más libertad.

Allí le descargaron varios tiros, que le dejaron muerto en el acto. Inmediatamente cargaron su cadáver en una camioneta.

Era el domingo 26 de julio de 1936 hacia mediodía.

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(Parroquia San Martín de Porres)