BEATO FELIPE RINALDI
5 de diciembre
1931 d.C.
Nació en Lu Monferrato (Italia). Hasta los 20 años se
dedicó a los trabajos en el campo. Conoció a san Juan
Bosco, y decidió hacerse salesiano. Se le nombró director
de la casa salesiana de Mathi Torinese, para vocaciones tardías.
Se destacó por su bondad y capacidad de formación. San
Juan Bosco le recibía tres veces a la semana y así le fue
formando. El sucesor de don Bosco, el beato don Miguel Rua, le
envió a España, y estuvo en Sarriá donde hizo de
este centro el punto clave de la expansión salesiana de
España y Portugal; fue Inspector de la provincia de
España, y fundó 21 casas. Fue nombrado, a la muerte del
beato Miguel Rua, rector mayor de la Sociedad de San Francisco de Sales
(o Salesianos), y en este cargo permaneció hasta su muerte.
En este alto cargo
desplegó un celo y una paternidad admirables, subrayando que la
verdadera fisonomía de la Obra Salesiana no está tanto en
los éxitos exteriores cuanto en la profunda, serena y tranquila
vida interior. Tradujo este su concepto dinámico de la
espiritualidad y del trabajo en fuerza socialmente eficaz,
intercediendo ante Pío XI para que concediese la indulgencia
plenaria a la santificación del trabajo.
Animador de
movimientos laicales, animó y dirigió aquel grupo juvenil
fervoroso de muchachas que, inspirándose en Don Bosco, se
propuso desde 1910 unir los dos ideales de vida consagrada y de
apostolado en el mundo para el bien de la juventud. Fue el inicio del
"Instituto Secular de las Voluntarias de Don Bosco" (VDB).
Pero, antes aún, Don
Rinaldi atendió con un celo particular al Instituto de las Hijas
de María Auxiliadora, el cual, gracias a sus consejos,
creció en vitalidad no menos que la Congregación
Salesiana. Esta última aumentó con él, pasando de
4.788 miembros en 404 casas, a 8.836 en 644 casas, en una
atmósfera donde "se respiraba más el afecto del padre que
la autoridad del Superior". En este su modo de ser y de actuar es
comúnmente reconocido el signo más incisivo del rectorado
y de la "Santidad" de Don Felipe Rinaldi.
"Es verdad -
atestiguó Don Pedro Ricaldone - que muchas veces él tuvo
una salud enfermiza; pero fue capaz de conseguir un bien
extraordinario. Se preocupó con todo su empeño de la
formación del personal con reuniones, visitas y escritos que le
hicieron apreciar y amar por todos". Fue un trabajador incansable. De
mil modos y durante toda la vida, sin ahorrar fatigas, se dedicó
a incrementar entre los obreros y las obreras de toda categoría
las formas asociativas y las organizaciones de ahorro que desembocaron
siempre en el crecimiento del sindicalismo cristiano y de las obras de
previsión social. A todos los salesianos recomendó en
particular la asistencia a los emigrados sin distinción de
nacionalidad, acentuando en la caridad el máximo universalismo.
Murió en Turín lleno de méritos.
Sus extraordinarias virtudes y la fama permanente de santidad que
persistió después de su muerte animaron a introducir la
causa de beatificación, que llegó a término con SS
Juan Pablo II en la ceremonia del 29 de abril de 1990.