BEATO FEDERICO ALBERT
1876 d.C.
30 de septiembre
Nació en Turín. Hijo de militar, quiso seguir primero la
carrera de su padre, pero rezando un día en el altar del beato
Sebastián Valfré se sintió llamado al sacerdocio.
Hizo sus estudios en el seminario del Turín, siendo
compañero en él de santos José Benito Cottolengo,
José Cafasso, Leonardo Murialdo y Juan Bosco. La amistad con san
Juan Bosco siguió durante toda su vida. Fue ordenado sacerdote
en 1843, su ascendencia militar influyó en que fuera nombrado
predicador y director religioso de la Casa Real de Saboya. Pero
pidió ser exonerado del cargo cuando las leyes civiles
perjudicaron a los intereses de la Iglesia.
Estuvo en la parroquia de San Juan, antigua iglesia
servita, de Turín. Más tarde fue enviado a Lanzo Torinese
como párroco y aquí estaría toda su vida.
Sólo una vez estuvo apunto de dejar la parroquia: cuando el papa
el Beato Pío IX le ofreció el episcopado, pero se
negó a aceptarlo por el dolor de sus feligreses.
Realizó su ministerio con dedicación amorosa
y generosidad sin límites, atrayéndose el afecto de todos
los feligreses. Descubrió los graves problemas de los campesinos
que emigraban a la ciudad y era necesario promocionar las condiciones
de vida de los campesinos para evitar la emigración. En 1859
fundó un orfanato para los huérfanos de guerra, luego una
escuela que elevaba el nivel cultural de los campesinos y en 1869
fundó una Congregación femenina, las Vicencianas de la
Inmaculada Concepción, conocidas como “las Albertinas”, que
establecieron una red de orfanatos en el campo piamontés. Su
obra predilecta fue la Colonia Agrícola, escuela de
formación profesional en la que quiso aumentar la
capacitación de su juventud a fin de que estuviera preparada
para una mejor presencia en el mundo agrícola. Estando
supervisando esta colonia, accidentalmente una viga se le cayó
encima, por lo cual falleció en Lanzo Torinese. El 30 de
septiembre de 1984, Juan Pablo II lo beatificó.