BEATO ENRIQUE SAIZ
APARICIO
1936 d.C.
2 de octubre
Enrique
nació en Ubierna, Burgos en 1889. Profesó como salesiano
en Sarriá, Barcelona en 1909. Fue ordenado presbítero en
Salamanca en 1918. Estrenó su sacerdocio en el colegio de la
capital salmantina, donde fue consejero escolástico durante
cuatro años y, después, catequista. De 1923 a 1925 estuvo
destinado en Carabanchel Alto, con el cargo de consejero. Los
años siguientes fue director del mismo Carabanchel, de la Casa
inspectorial de Madrid-Atocha y, desde 1934, por segunda vez, de
Carabanchel Alto de nuevo. Aquí se encontraba cuando, tras el
alzamiento militar del 18 de julio, arreció la
persecución religiosa.
Los salesianos que estaban refugiados en la pensión
Loyola, habían sido detenidos, don Enrique parece ser que
siguió todavía un tiempo más escondido en la
pensión Loyola, de la calle Montera, 10, hasta que pasó a
la Vascoleonesa, de la calle Puebla, 17. Desde la pensión
Vascoleonesa, don Enrique Saiz hacía de superior, procurando
estar al tanto de cuando sucedía, dirigiendo, aconsejando y
ayudando a los hermanos que le acompañaban o venían a
visitarle.
Entre ellos se logró crear un extraordinario
ambiente espiritual en pleno centro de Madrid. Todos sabían que
su refugio era, con casi completa seguridad, una sala de espera para la
muerte. Tres días antes de su prendimiento definitivo antes del
martirio, don Enrique decía a una religiosa acogida
también en la pensión Nofuentes: “Tenemos que
prepararnos, pues nuestro martirio es certísimo”.
Efectivamente. Detenido el día 2 de octubre por la
mañana, le condujeron al convento de San Plácido,
convertido en ateneo libertario. No se sabe dónde pasó el
resto del día, aunque probablemente estuviera en la checa de
Fomento. Estuviera o no en Fomento, lo que sí se sabe es que,
debido a su conocida condición de sacerdote, unos milicianos le
dieron muerte el mismo día 2 de octubre por la noche, en el
término municipal de Vallecas, actual calle Méndez
Álvaro.