BEATO CONRADO DE OFFIDA
12 de diciembre
1306 d.C.



   Nació en Offida en Las Marcas, Italia; entró a los 15 años en el convento franciscano; por humildad interrumpió sus estudios “porque aquella no era su vocación” y porque se veía llamado a los más humildes servicios, a los cuales fue destinado en el convento de Forano. Fue fraile cocinero, cuestante, portero, y robando horas al sueño: contemplativo. Se hizo útil donde iba, obedeciendo siempre a sus superiores, aunque personalmente prefería los lugares solitarios para la contemplación. Por obediencia, aceptó volver a los estudios y recibir el sacerdocio en el Alvernia, y celebrar misa gracias a las peticones de santa Margarita de Cortona. Por obediencia, se hizo predicador.
 
   Conrado se distinguió por el espíritu de penitencia y por la rígida pobreza: “durante cincuenta y cinco años o más llevó tan sólo una túnica de viejo y basto paño, remendada con saco y otras telas, yendo siempre descalzo. Fuera de la túnica, el cordón y los calzones, no quiso tener nunca otras cosas en su vida”. Tuvo un éxito tan grande que jamás se enorgulleció, siempre se creyó el último de los frailes. En 1294 ingresó en el grupo de los espirituales llamados “pobres eremitas del papa Celestino” que fue una excisión del franciscanismo, y disueltos por Bonifacio VIII. Compañero del beato Pedro de Treia. Volvió a su antigua comunidad pidiendo perdón y fue destinado a la Porciúncula, donde en 1303, tuvo la visión de María con el Niño entre los brazos, el cual bendecía a los fieles que habían acudido para el perdón. Murió en Bastia Umbra, cerca de Perugia y su tumba fue meta de peregrinaciones. Pío VII aprobó su culto en 1817.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)