BEATA CLARA GAMBACORTI
17 de abril
1419 d.C.
Se llamaba
Teodora y había nacido en Pisa; era hija de Pietro de
Gambacorti, gobernador de Pisa. Desde muy joven fue dada en matrimonio
a Simone, señor de Mesa; enviudó a los 15 años por
la muerte violenta de su marido, y volvió a su casa, quisieron
esposarla de nuevo; pero esta vez se negó, gracias al ejemplo y
a la correspondencia que mantenía con santa Catalina de
Siena.
Se cortó el pelo, abandonó todo, y
entró en las clarisas de Pisa; pero su padre y hermanos la
raptaron del convento y la mantuvieron encerrada, hasta que un prelado
español y santa Catalina de Siena, consiguieron el
consentimiento de su padre. Entonces se hizo dominica en el monasterio
de Santa Cruz. Cuatro años más tarde, salió con
otras cuatro compañeras para fundar el monasterio reformado de
Santo Domingo en Pisa donde fue priora, hasta su muerte.
Toda su vida fue una mujer ejemplar que mantuvo contactos
con importantes personajes de su tiempo. Reformó el convento en
un retiro realmente espiritual, aunque tuvo grandes dificultades
financieras; también facilitó la amplia formación
cultural de sus religiosas. Los maestros dominicos de Pisa, recogieron
su reforma y entre ellos destacan: san Antonino Pierozzi y san Lorenzo
de Ripafratta. Sus cartas transpiran la misma espiritualidad de santa
Catalina de Siena.
La Beata sufrió mucho hacia el fin de su vida.
Recostada en su lecho de muerte, con los brazos extendidos, murmuraba:
«Jesús mío, heme aquí en la cruz».
Poco antes de morir, una radiante sonrisa iluminó su rostro, y
la Beata bendijo a sus hijas presentes y ausentes. Tenía, al
morir, cincuenta y siete años; era el 17 de abril de 1429. Su
culto fue confirmado en 1830 por Pío VIII.