BEATA CLARA DE RIMINI
10 de febrero
1346 d.C.



   Su familia había sido expulsada de Florencia porque eran gibelinos, y por esta razón ella nació en Rímini. El ambiente familiar era mundano, y Clara vivió según su época. Muerta su madre, su padre se casó en segundas nupcias con una viuda rica, que tenía un hijo, el cual se casó con su hermanastra. Su padre y su marido murieron en el patíbulo por sus ideas políticas, y Clara continuó con su vida disipada. Se esposó por segunda vez con un hombre rico y continuó la misma vida hasta que a los 34 años, al pasar cerca de una iglesia franciscana oyó una voz que le instaba a rezar el Padrenuestro y el Ave María; así lo hizo, no muy bien, pero tuvo una paz tan grande en su corazón que cambió toda su vida. Habló a su marido y le pidió permiso para hacerse Terciaria franciscana. El marido aceptó por la fuerza moral con que se lo pedía.

   Clara fue una penitente severísima y humildísima, llegando a pedir por las calles limosna para socorrer a los más pobres. Se quedó viuda por segunda vez y comenzaron sus grandes penitencias en oración, sufriendo muchos éxtasis. Tuvo que marcharse a Urbino donde se la conoció por su misericordia para los más desfavorecidos. De regreso a Rímini, fundó un monasterio de clarisas, en la que ella nunca profesó pero allí permaneció hasta su muerte. Tuvo el don de profecía. Sus reliquias se encuentran en la catedral de Rímini. Su culto «de tiempo inmemorial» fue confirmado por el Papa Pío VI en 1784.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)