BEATO CESAREO ELEXGARAY OTAZUA
24 de octubre
1936 d.C.
El H. Elexgaray fue admitido
en la Congregación de la Misión a los 28 años, el 27
de septiembre de 1932. Antes había sido soldado. Hizo el noviciado
interno para Hermano coadjutor en Hortaleza (Madrid) de 1932 a 1934. Fue
destinado a Villafranca del Bierzo (León) a mediados de 1934, todavía
sin terminar el noviciado. Un año después, pasó a la
casa de Capellanes en la calle Lope de Vega de Madrid; en ambos destinos
fue el cocinero de la comunidad. El H. Elexgaray apenas tuvo tiempo de ejercer
su vocación de misionero Paúl, puesto que a los dos años
de emitir los santos votos, Dios lo eligió para dar la vida por la
fe. Iniciar el noviciado el año 1932, en plena república y
de una notoria persecución religiosa, a los 28 años, con compañeros
jóvenes de 17 o a lo sumo de 19 años, significa que su
vocación es lo suficientemente madura para conocer las dificultades
que los nuevos tiempos entrañaban. No abandonó en ningún
momento la comunidad. El H. Elexgaray forma parte del grupo de tres sacerdotes
y cinco Hermanos coadjutores de la Congregación de la Misión
que el 23 de octubre de 1936, después de unos meses de reclusión
y tormentos, fue martirizado en Vallecas, por su condición de religioso.
Tenía 32 años.
MARTIRIO: El H. Elexgaray es uno de los religiosos de la comunidad
de Lope de Vega, 38, al servicio espiritual de las Hijas de la Caridad y
que fue hecho prisionero el día de Santiago de 1936 por la tarde,
con el P. José María Fernández y compañeros.
Como ellos, estuvo detenido y sometido a tormentos en el que había
sido palacio del duque de Medinaceli, plaza de Colón, 1, sito en el
actual edificio Colón, convertido en la checa de la Brigada Motorizada
Socialista y en la calle de San Felipe Neri, 4. Por último, los ocho
religiosos de la Congregación de la Misión fueron conducidos
a la temible checa de Fomento, siendo allí todos ellos condenados
a muerte y ejecutados, en el término municipal de lo que entonces
era pueblo de Vallecas (Madrid) el 23 de octubre de 1936.
Cosa poco habitual en aquellos momentos, a estos ocho mártires los
enterraron en féretros individuales y, a través de los diarios
oficiales de la república, en 1942 se pudieron localizar a siete de
ellos y trasladar sus restos mortales a la capilla panteón de la Congregación
en la sacramental de San Isidro.