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El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.
Características prioritarias del catequista:
- El compromiso eclesial.
- El sentido misionero.
- La iniciativa.
- La superación integral.
- El trabajo en equipo.
- La prudencia
- La coherencia en su condición de evangelizadores
- El sentido ecuménico
Un buen catequista, además de educar la fe de
quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:
- Promover la vitalidad de la parroquia
- Promocionar socialmente a sus comunidades.
- Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.
- Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia
- Frenar el avance de las sectas
En resumen, un buen catequista se distingue por su
profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del
catequista refleje el mensaje que transmite con alegría.
Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que
tengan más capacidad de inculturación.
El ministerio del catequista:
En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del
catequista como una estructura estable y respaldada por la
Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es
muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en
la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un
ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una
tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su
valor ante todos y la comunidad lo necesita.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)