BEATO CARLOS
ERAÑA
1936 d.C.
18 de septiembre

El Beato
Carlos Eraña Guruceta nació en Aozaraza-Arechavaleta
(Guipúzcoa) el 2 de noviembre de 1884, en el seno de una familia
profundamente cristiana. Entró en el Postulantado Marianista de
Escoriaza, cercano a su casa, en 1899. Emitió sus primeros votos
como Marianista el 9 de Septiembre de 1903. Desde 1904 se
entregó a la educación cristiana de los niños en
diversos centros marianistas de España. Fue profesor de
enseñanza primaria en Escoriaza, Villafranca de Oria y Madrid. Y
luego desempeñó ejemplarmente el cargo de Director en los
Colegios de Ciudad Real (1916-1927), Tetuán-Marruecos
(1927-1933), y Madrid, en el Colegio Ntra. Sra. del Pilar, desde 1933
hasta su muerte.
Como educador supo granjearse la estima y el afecto de los
alumnos y de sus familias, consiguiendo que cada Colegio fuese una
comunidad edicativa. Como Director cuidó especialmente de la
formación de los profesores marianistas, la mayoría muy
jóvenes. Carlos Eraña es considerado justamente como uno
de los más insignes pedagogos de la primera generación de
marianistas españoles.
El 24 de julio de 1936, el Colegio del Pilar, donde
residía, fue incautado por un grupo de milicianos, con la
consiguiente dispersión de la comunidad religiosa. Carlos
Eraña fue detenido dos veces y luego puesto en libertad. Cuando
vió que en Madrid su vida corría peligro y que
allí no podía hacer nada útil para el Colegio o la
comunidad, decidió ir a Ciudad Real pensando que algún
antiguo alumno podía protegerlo. Después de un
accidentado viaje y de una nueva detención en Alcázar de
San Juan, que estuvo a punto de costarle la vida, llegó a Ciudad
Real el 29 de Julio. Allá encontró las dos cumunidades
marianistas dispersas y los colegios incautados, mientras imperaba un
clima de violenta persecución a sacerdotes, religiosos y
católicos más significados. Vivió en ese ambiente
de prueba más de un mes, conservando siempre la serenidad de
espíritu. Solía decir: “Sea lo que Dios quiera”. Movido
por la caridad y manifestándose siempre como religioso,
trató valientemente de ayudar a los marianistas ocultos en
diversos lugares de la ciudad.
El 6 de septiembre fue arrestado por los milicianos y
llevado a la “Casa del Pueblo”, donde permaneció 12 días
en completo aislamiento. Bien consciente del peligro que corría,
vivió esos momentos en completa paz, totalmente entregado a la
voluntad de Dios. El día antes de morir manifestó su
deseo de confesarse. En la madrugada del 18 de septiembre fue sacado de
la improvisada cárcel y fusilado en Alarcos, a pocos
kilómetros de la capital.