BEATO ANDRÉS ABELLÓN
15 de mayo
1450 d.C.



   Nació en Saint Maximin (Provenza). Su casa era vecina de la iglesia y el convento dominico de Santa María Magdalena, por lo que su vida -infantil y juvenil- estuvo ligada a la misma; la asistencia a misa era práctica diaria; además, con regularidad se le veía en el templo orando. Participaba activamente en la vida parroquial y realizaba continuos ayunos y penitencias. De joven escuchó predicar a san Vicente Ferrer, lo cual marcará el derrotero de su vida: decidió consagrar su vida a Dios, por lo que entró a la Orden de los Predicadores (dominicos).  

   Estudió las artes liberales; fue docente en París, Montpellier y Aviñón. Durante el noviciado, demostró su vocación y pureza; al concluir sus estudios en el seminario, fue ordenado. En su misión destacó como predicador, así como guía espiritual. Desarrolló su labor entre los fieles de su pueblo natal y extendió su tarea en la Provenza y el sur de su país, así como a las necesidades de ésta. Se dice que a esta región llegó santa María Magdalena a expiar los pecados cometidos durante su juventud, por ello de continuo llegaban a este poblado peregrinaciones, a las cuales Andrés y los sacerdotes de la iglesia atendían brindándoles alimento, hospedaje y auxilio espiritual. La obra de Andrés y sus hermanos creció a tal grado que se consideró necesaria la creación de una fundación dedicada a atender a la comunidad y al creciente flujo de peregrinos; de esta forma, recurrió a los monarcas, a quienes les planteó su proyecto. Dada su elocuencia y la convicción de los beneficios que para la fe traía dicha propuesta, consiguió recursos para llevada a la práctica; por los estudios realizados, construyó un hermoso monasterio el cual reflejaba su gran amor al Señor y el espíritu dominico. Varios muros, cuadros y retablos de éste aún muestran sus grandes dotes como pintor. 

   Conjuntamente con su capacidad para crear obras materiales de gran belleza, se encuentran sus virtudes como sacerdote. Debido a éstas y a la creciente fama de santidad, el pueblo le buscaba esperando de él el sabio y prudente consejo que les ayudara a ser mejor cristiano, por lo que se convirtió en un famoso confesor y guía espiritual.  

   Fue prior del monasterio real de Santa María Magdalena en Saint-Maximin en Francia, donde impulsó la renovación de la Orden. Para beneficio de su grey, construyó dos molinos próximos a la iglesia, con lo cual ayudó a la comunidad a ganarse el sustento y al progreso de su ciudad. Destacó su misericordia y amor al prójimo cuando la peste flageló el poblado de Aix-en-Provence, ahí desafió al mal y atendió a los cientos de enfermos, sin importarle poner en riesgo su integridad. Como pintor decoró muros y retablos de monasterios, así como templos, donde mostró maestría y sensibilidad. Después de una vida plena de amor a Dios y al prójimo entregó su vida al Amado en Aix-en-Provence, en cuya capilla reposan sus restos y reciben veneración desde su muerte. El 19 de agosto de 1902, el Papa León XIII, confirmó su culto.

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(Parroquia San Martín de Porres)