BEATA ALPAIDE DE CUDOT
3 de noviembre
1211 d.C.



   Nacida en la pequeña aldea de Cudot, en la diócesis de Sens, en el seno de una familia campesina. Ayudó a sus padres en los campos hasta que muy joven, enfermó de lepra. Sus hermanos, aunque la querían, no se acercaban a ella y además no le daban de comer para que se muriera de inanición; su madre (el padre había muerto) suplicaba al Señor para que se llevara a su hija. Alpaix soportó todo con gran paciencia y sin lamentarse. Había pasado un año, cuando en la vigilia de Pascua, probablemente en el 1170, se le apareció María y la curó de la lepra, pero se quedó inválida, obligada a permanecer en la cama en posición supina, y necesitaba ayuda para girarse. Sólo podía mover la cabeza, la mano y el brazo derecho. María le dijo que viviría sin necesidad de comida; se dice que durante mucho tiempo su único alimento fue la Eucaristía.

   Su paciencia y su amabilidad conmovieron a sus contemporáneos. Tuvo el don de consejo, que llevó a lecho de los más pobres como de los prelados y magnates, que querían escuchar su palabra evangélica. El obispo de Sens mandó construir una capilla junto a su habitación para que pudiera asistir a la Misa. La rectoría de la iglesia se confió a un grupo de canónigos regulares a las órdenes de un prior.


   Fue adornada con dones místicos, éxtasis y visiones. La reina de Francia, Adela, esposa de Luis VII, en el 1180 destinó a la iglesia de Gudot una renta aunual de bastante trigo por amor a Alpaix. También tuvo otras donaciones. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia y el pueblo pronto la veneró como una santa. En 1874 la Sagrada Congregación de Ritos, luego del debido proceso informativo, confirmó el culto inmemorial.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)