ALEJANDRO VIII
1689-1691 d.C.



   Pedro Ottobuoni, veneciano, fue elegido merced al apoyo de un nuevo grupo formado dentro del Sacro Colegio, llamado de los "Zelanti", cuyo fin era el de tener en cuenta sólo los intereses de la Santa Sede y de ignorar en lo posible las presiones del poder temporal. Alejandro VIII, que había estudiado Derecho y era conocido por su inteligencia y sabiduría, logró apaciguar a Luis XIV y vencer las últimas resistencias del galicanismo y del jansenismo. Por otro lado, el rey de Francia se veía obligadoa inclinarse hacia el Vaticano, amenzado por Inglaterra, que se había liberado de la tutela francesa, y por la liga de Augsburgo.

   En el seno de la Igesia, el Papa tuvo que intervenir varias veces para poner fin a las heterodoxias. Dos jesuitas franceses sostenían que una persona desconcía a Dios o que momentáneamente ignoraba su existencia no puede nunca cometer un pecado mortal. El Papa condenó la tesis jesuita en 1690. El mismo año una serie de tesis jansenistas, lanzadas por los teólogos de Lovaina, fueron también condenadas, igual que el "quietismo" de Miguel Molinos, sacerdote español, que sostenía lo siguiente: el último estado de la perfección cristiana consiste en un reposo o quietud, en el que el alma, abandonando cualquier deseo de activdad, perdiendo hasta la conciencia de sí misma, se disuelve en Dios y se vuelve, por consiguiente, indiferente con respecto a los dogmas y a las obras y hasta a la idea propia de su propia salvación.

   El "Quietismo" penetró en Francia, provocó un conflicto entre Bossuet y Fénelon, y una serie de encuentros y conferencias fueron organizados entre los teólogos para resolver el problema. Fénelon defendió el Quietismo y a su divulgadora mñas empedernida, la señora de Guyon, en un libro titulado "Explicación de las máximas de los Santos". El libro fue examinado en Roma y condenado. Fénelon se sometió, humildemente, a la decisión pontificia. Pero el mal estaba hecho. El sentimentalismo racionalista e individualista, apoyando la enseñanza del "quietismo", habría de brotar más tarde, precursor, como escribe Mourret, de las utopías revolucionarias. Lo que Paul Hazard llamará en su famoso libro "La crisis de la conciencia europea" tiene sus raíces en aquel fin de siglo, en el que se perfilan ya las doctrinas que drán al siglo siguiente su empuje revolucionario. El único defecto de Alejandro VIII fue el de apoyar a sus sobrinos, Marcos y Pedro Ottobuoni sobre todo, a los que dio la púrpura y dotó de grandes fortunas. Fue amigo del músico alemán Haendel, que escribió para el Pontífice muchas de sus obras más importantes.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)