BEATO AGUSTÍN
JEONG YAK-JONG
8 de abril
1801 d.C.
Nació en Majae, cerca de
Gwangju, en el distrito de Gyeonggi (actualmente en Neugnae-ri,
Joan-myeon, Namyangju-si, Gyeonggi-do), en el seno de una intelectuales
muy conocidos. Conoció el catolicismo gracias a su hermano
mayor; después de su bautismo también ejerció el
apostolado entre su familia, y así logró la
conversión de su segunda mujer: Cecilia Yu So-sa, sus hijos:
Carlos Jeong Cheol-sang, Pablo Jeong Ha-sang [Chong Hasang] e Isabel
Jeong Jeong-hye [Chong Chong-hye].
Para poder
practicar mejor el cristianismo, se trasladó a Bunwon
(actualmente Bunwon-ri, Namjong-myeon, Gwangju-si, Gyeonggi-do). En
aquella época, mientras sus hermanos comenzaron a alejarse
más de la Iglesia, él vivía con más
intensidad su fe: se reunía frecuentemente con otros fieles de
las aldeas cercanas y muchas reuniones se celebraron en su casa. Al
final del 1794, llegó a Corea, clandestinamente, el misionero
chino, el beato padre Jacobo Zhou Wen-mo, por lo que Agustín
viajaba a Seúl para profundizar más en su fe. Gracias a
las enseñanzas del padre Jacobo, Agustín escribió
«Jugyo-yoji» (un Catecismo en coreano), que tuvo
gran difusión entre los cristianos coreanos. Nuestro misionero
fundó en Myeongdohoe, una comunidad de creyentes y nombró
presidente a Agustín que, junto al beato Juan Choe Chang-hyeon,
ayudó a muchos fieles en sus formación religiosa, entre
ellos el beato Pablo Yi Guk-seung.
Cuando
comenzó la persecución contra los cristianos, en el 1800,
se trasladó con su familia a vivir a Seúl. Al año
siguiente, con la persecución Shinyu, toda la Iglesia
católica de Corea sufrió sus desmanes. Agustín fue
detenido por orden de la Corte real, y sus libros fueron prohibidos.
Fue arrestado en
1801, y por lo cual fue interrogado y torturado, pero determinado a
morir en nombre de Dios, no cedió a ninguna tentación. No
delató a nadie y procuró convencer, a sus torturadores,
de las verdades del cristianismo. Sus enemigos, hicieron todo lo
posible para que cediera, pero quedaban confusos con la nueva doctrina.
Al final la Corte aprobó su condena a muerte por
decapitación, promulgada por el Ministerio de Justicia, y
así, 15 día después de su arresto, fue conducido a
la Pequeña Puerta Occidental de Seúl, para ser
ajusticiado.
Cuando llegó al
lugar de su ejecución nuestro mártir, mirando a todos los
presentes, les dijo en voz alta: “Hermanos y hermanas, no os burleis.
Nosotros creemos que morir por Dios es algo natural para todas las
personas que vienen al mundo. En el día del juicio final,
nuestras lágrimas si transformarán en pura beatitud y
vuestras risas se transformaran en un profundo dolo. Agustín,
que tenía 41 años, entregó su espíritu
diciendo : “Mejor morir mirando hacia el Cielo, que vivir mirando a la
tierra”.
Sus familiares,
después que se les privase de sus bienes, también
murieron mártires: su hijo Carlos Jeong Cheol-sang,
el 14 de mayo de 1801; su mujer Cecilia Yu So-sa, el 23 de noviembre de
1839; sus otros dos hijos, Pablo Jeong Ha-sang e Isabel Jeong
Jeong-hye, el 22 septiembre y el 29 diciembre 1839, respectivamente.
Estos tres últimos fueron canonizados por Juan Pablo II.
Agustín Jeong Yak-jong y Carlos Jeong Cheol-sang, en cambio,
forman parte del grupo capitaneado por Pablo Yun Ji-chung y
beatificados por el Papa Francisco el 16 de agosto de 2014.